Coincidieron. Escuderías, pilotos, y el universo de la F1 coincidieron en definir al austríaco, a través de las redes sociales, como una "leyenda".


Los motores de los Fórmula 1, que se preparan para el Gran Premio de Mónaco, se apagaron ayer al unísono y el respetuoso silencio invadió a la máxima categoría tras el fallecimiento del tricampeón mundial Niki Lauda, a quien la cátedra del automovilismo mundial puso en la galería de los más grandes.

Escuderías, pilotos, constructores y el universo de la Fórmula 1 coincidieron en definir al austríaco, a través de las redes sociales, como una "leyenda" de la especialidad que tiene en lo más alto a Juan Manuel Fangio, Ayrton Senna, Jim Clark y Michael Schumacher, por citar a algunos de los inolvidables.

"Gracias por todo lo que hiciste por mí, aprendí mucho a tu lado. Tu pasión, tu espíritu de pelea y el nunca rendirse", sostuvo Nico Rosberg.

El británico David Coulthard escribió: "Dejaste más que una huella en el mundo de la Fórmula 1. Eres una auténtica leyenda del deporte y del automovilismo".

"Murió el ídolo de mi infancia, por quien pinté mi casco rojo con el que debuté en la Formula Indy Car", señaló el chileno Elizeo Salazar.

En tanto, la escudería Ferrari consideró que "es un día triste" para la categoría y para Ferrari, "por la muerte de nuestro amigo, quien estará siempre en nuestros corazones".

Otra escudería ligada a Lauda, el equipo Mc Laren, destacó que estaban "embargados por una profunda tristeza porque se fue un amigo, colega y campeón con nuestro auto".

Y con conceptos similares también lo despidieron

Carlos Sainz Jr, "Checo" Pérez, Norberto Fontana, el motociclista Marc Márquez, y los Fittipaldi, Massa y Barrichello.

NIKI LAUDA / LA SEMBLANZA DE UN GRANDE

Tricampeón y ejemplo de vida

Los milagros muy pocas veces se dan, pero Nikolaus Andreas "Niki" Lauda, nacido en Viena, cuna del vals, el 22 de febrero de 1949, fue artífice de su destino.

A días del terrible accidente en el mítico circuito alemán, el 1 de agosto de 1976, y cuando a Lauda le estaban efectuando varios injertos de piel, el guerrero austríaco quería volver.

Y el 12 de septiembre de 1976 Lauda apareció en Monza con la Ferrari 312 T ante el asombro de la cátedra.

La pasión por los fierros nació en Lauda de muy chico. No fue muy afecto a los estudios y en su escuela en Viena repitió segundo y quinto año. Por eso sus padres lo mandaron a un taller mecánico. Lo que para Niki era el paraíso para sus padres fue una "deshonra".

Las travesuras de Niki no pararon y ya de adolescente se anotaba en carreras de montaña. Solía ganar, a escondidas de sus padres, que se enteraban de sus "hazañas" en los diarios.

En 1970 hizo su debut en la F3. Pero el inquieto Niki quería llegar a la F1 y en 1972 le pidió un crédito a un banco para poder correr sobre un March. En Mónaco alcanzó a estar tercero (luego abandonó) e impresionó a Enzo Ferrari, quien decidió contratarlo para 1974. Así comenzó su derrotero de títulos mundiales, dos con Ferrari en 1975 y 1977, y uno con Mc Laren en 1984 tras su regreso. 

Como su pasión siempre fue volar, Lauda se dio el gusto de fundar su propia aerolínea, en 1979, y así nació "Lauda Air" tras su retiro de las pistas en el equipo Brabham, reemplazado por el sanjuanino Ricardo Zunino.

Su emprendimiento fue un fracaso y volvió a la F1 para ganarle el título de 1984 al francés Alain Prost. 

Al año siguiente se retiró tras disputar 171 grandes premios.

Retornó en 1993 como asesor de Ferrari, luego pasó a ser directivo de Mercedes Benz hasta su muerte.