En una pelea que no cubrió las expectativas generadas en la prensa, el estadounidense Teófimo López (16-0-0, 12KO) derrotó por puntos al ucraniano Vasyl Lomachenko (14-2-0, 10KO) y se consagró como campeón unificado de los ligeros.

López, de raíces hondureñas, fue beneficiado por un fallo unánime polémico por las diferencias en los puntos que vieron dos jueces (119-109 y 116-112) la restante se ajustó un poco más a la realidad 115-113. En realidad por lo expuesto sobre el ring, un empate podría haber quedado bien a la pelea. Pero de haber un ganador ese tenía que ser el hombre que ponía en juego la corona de la FIB (Federación Internacional de Boxeo) y que le arrebató las del CMB, AMB y OMB (Consejo, Asociación y Organización Mundial de Boxeo) a su rival europeo. El triunfo de López, según la apreciación más acertada, se afirmó en su actitud para proponer el combate, aprovechando una incomprensible estrategia de Lomachenko que tiró sólo 30 golpes en los dos primeros round, poniendo énfasis en desgastar a su adversario nueve años más joven (23 contra 32) y luego apretar el acelerador en la segunda mitad del combate.

De los dos, quedó expuesto que el ucraniano tiene más recursos técnicos pero menos corazón y un rincón que no le indicó que debía poner algo más de empeño y no cuidarse tanto de la potencia del estadounidense que sube con la bandera de Honduras, nación de sus padres.

En la primera mitad, con muy poco, tirando y errando mucho, pero asumiendo la ofensiva, López sacó ventajas. Después sufrió la mayor capacidad de Lomachenko, pero su mayor generosidad por el espectáculo le permitió con algún golpe bien colocado "pellizcarle" uno de los asaltos de la segunda mitad del match y con eso, sólo con eso, ganar el sobrevaluado choque. Mucho ruido y pocas nueces en la noche sabatina de Las Vegas. Otro fraude más que se había presentado con el exagerado slogan: "A todo o nada".