Otro técnico, la misma mediocridad. Este San Martín sigue igual. Cuando se imponía que el equipo cambiara de actitud, o al menos su esencia de juego, porque aquella despedida de Ariel Franco en la dirección técnica lo imponía, no pasó nada. Pero nada de nada. Es que al Verdinegro le faltó alma. Careció de juego eficaz. No tuvo la profundidad necesaria para vulnerar a un ultradefensivo Deportivo Merlo y terminó empatando 0-0. El resultado lo dice todo. Como los insultos de los hinchas que bajaron de la tribuna cuando el equipo se despidió (y antes también). Es que la gente como que perdió la paciencia. Y esta vez, lejos de insultar al nuevo técnico Garnero -era lógico porque está en el cargo desde hace cuatro días-, se la tomó con los jugadores. Los responsabilizó directamente de una actuación olvidable. Y tuvo razón. Porque este San Martín parece haber perdido la brújula.

Ayer tuvo la pelota en 70 de los 90 minutos de juego pero fue incapaz de crear situaciones reales de gol. Tuvo sus oportunidades, es cierto. Pero fueron un par de disparos de larga distancia bien resueltos por el arquero Capogrosso y un par de pelotas sucias que podrían haber terminado adentro o diluyéndose en el área rival, como finalmente pasó.

Lo que salta a la vista -y preocupa- es la esencia. La capacidad de este plantel de demostrar que es protagonista de la B Nacional. Que quiere luchar por un ascenso. Y eso es lo que justamente no se vio. No pudo vencer a un equipo que tiene otro objetivo (salvarse del descenso). Jugando de local, inclusive.

¿Ansiedad por hacer un gol? ¿Mala suerte? ¿Presión en casa? Puede ser un poquito de todo. Pero con una fragilidad marcada que no sirve de plataforma para revertir esas situaciones desfavorables.

El partido de ayer en Concepción salió chato. Sin jerarquía. Aunque incidieron varias cosas. El calor pasó factura de inmediato en todos. Y la obligatoriedad de conseguir un buen resultado, también. Merlo se paró decididamente a defender. Inclusive Juan Bravo bajó de entre los volantes y se sumó a la línea de cuatro defensores, formando una línea de cinco en el fondo. Otros tres en el mediocampo. Y sólo dos delanteros.

¿Y San Martín? Dueño de la pelota pero sin equilibrio. Porque una cosa es ir para adelante y, otra, atacar con variantes sorpresivas. Y esas son las que el Verdinegro no tuvo. Se diluyó en tres cuartos y la puntada final fue una quimera. Se lo perdió Penco (a los 2'), Zamponi subió demasiado un cabezazo (12') y Penco la tiró a las nubes (14'). Y ya cerca del final de la etapa, el arquero visitante le sacó dos buenos tiros a Cantero, primero, y a Messera, después.

En el complemento entró Caprari al principio y Poggi, después. El primero sumó y el segundo fue más desequilibrante. El local volvió a tener chances (menos que antes) pero Penco las dilapidó. Eso sí, Merlo casi se encuentra con el triunfo cuando el hábil de Quinteros (la figura del partido) casi factura, igual que la que tuvo Melián, pero en ambas salvó Pocrnjic.

No hubo caso. San Martín todavía está en terapia. No reacciona. Imposible quitarle el crédito porque, en este fútbol cambiante, todo puede revertirse. Pero, jugando como ayer, el equipo no ayuda. La gente, que ya perdió la paciencia, se lo exige. Será hora de pensar en el gran cambio para sentirse vivo otra vez...