Destruido. Así, con los vidrios rotos, sobre todo los de la zona de frente y del sector izquierdo, quedó el colectivo que trasladaba el plantel. Ese hecho fue lo que desató el escándalo. Una mancha que provocaron un grupo minúsculo de hinchas y que terminó afectando al mundo del fútbol en general.

La frustrada superfinal de la Copa Libertadores entre River y Boca vivió una jornada de violencia extrema, con una salvaje agresión a los futbolistas "xeneizes" al llegar al estadio Monumental y, luego de una extensa trama de internas y negociaciones, fue postergada para hoy a las 17, a pesar de la imposición de jugar que quiso plasmar el presidente de FIFA, Gianni Infantino.

El inicio del partido fue postergado dos veces mientras el público esperaba en sus asientos y, cuando parecía que iba a comenzar a las 19.15, una última reunión entre los dirigentes de ambos clubes hizo que se suspendiera para hoy, como ocurrió en la final de ida en La Bombonera, pero en aquella ocasión por razones climáticas.

"Hubo un pacto entre los clubes para que no se juegue. El partido será mañana a las 17 con público", avisó a las 19.24 el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), el paraguayo Alejandro Domínguez.

La vergüenza que rodeó el superclásico revancha comenzó a las 15 cuando el micro de Boca transitaba por avenida del Libertador, en las cercanías el Monumental, y fue atacado con piedras por hinchas de River que lo esperaban estratégicamente en la esquina de la avenida Lidoro Quinteros. Como consecuencia de esa agresión, algunos futbolistas visitantes sufrieron heridas por los vidrios estallados y otros llegaron al estadio afectados por los gases lacrimógenos que la policía lanzó para disuadir a los violentos. El plantel de Boca ingresó al vestuario visitante con lesiones y un estado de conmoción que ya ameritaba la suspensión del partido cuando faltaban dos horas para el horario programado inicialmente.

Consumado el ataque, en River circuló la versión de que se trataba de una revancha de "Los Borrachos del Tablón" por el allanamiento del viernes en la casa de su líder, Héctor "Caverna" Godoy, en el que se secuestraron 300 tickets para el partido y siete millones de pesos en efectivo.

Ese operativo policial, además de provocarle a la barra un notorio desfinanciamiento, dejó fuera del partido a la tercera línea, la destinataria de esas entradas, que habría sido la que realizó el ataque a los "xeneizes".

Ya en los vestuarios, los jugadores de Boca fueron revisados por los médicos de la Conmebol para constatar las heridas y los dirigentes comenzaron a expresar su voluntad de suspender el partido, algo que era compartido de manera solidaria por Gallardo.

Hubo una primera reunión entre D"Onofrio, Angelici y Domínguez, quien fijó su posición de jugarlo. En ese lapso, los médicos le informaron al presidente que no existía "causal médica" para suspender el encuentro.

El más afectado resultó Pablo Pérez. El capitán del xeneize debió ser trasladado a una clínica para recibir atención en su ojo izquierdo.

En tanto que el capitán de Boca, Pablo Pérez, y el juvenil Lamardo debieron ser retirados del estadio en ambulancia para ser examinados por un oftalmólogo, que comprobó las lesiones que los médicos del ente sudamericano no habían podido confirmar por falta de aparatología.

A esa altura, el Monumental estaba ocupado en un 90% y sus puertas ya habían sido cerradas, lo que dejó a muchos simpatizantes con entradas sin posibilidad de acceder a la cancha.

A las 17 el presidente de FIFA tomó protagonismo para concretar la mancha final. Según lo narrado a Télam por una fuente cercana a Boca, Infantino se reunió con los tres presidentes y les dio la orden de jugarlo "sí o sí". Incluso amenazó a Angelici con aplicarle a Boca una sanción de cinco años sin participar en torneos internacionales si decidía no presentar el equipo.

Los dirigentes volvieron a reunirse de urgencia y los clubes, con posturas lógicas, reclamaron la postergación para hoy. Infantino aceptó, Domínguez convalidó y el Monumental comenzó a vaciarse en silencio.
 

En las redes

Puyol y el "Bati"

El histórico capitán del Barcelona, Carles Puyol, se expresó en Twitter: "Qué pena las noticias que llegan de Argentina... Así no se vive el fútbol. VERGÜENZA!!!".

Gabriel Batistuta escribió: "Tengo que vivir otra vez más delante de mis hijos un espectáculo desagradable.....hasta cuándo?".