Los helicópteros pasan rozando el suelo, levantando tierra y el zumbido de las aspas retumba en los oídos. No siempre se puede estar tan cerca de un helicóptero que está en pleno vuelo. Pero los que van y vienen en el vivac o campamento, ya no se molestan en levantar la cabeza. Están acostumbrados a eso y mucho más. El vivac que se montó en el autódromo El Zonda fue el centro de acción en la jornada de ayer. En realidad, el campamento es el centro neurálgico del Dakar en cada etapa. A su vez, unas 2.000 personas se ubicaron el cerro para ver el movimiento del vivac, ya que no se permite el acceso del público.

El campamento abarcó desde la Horquilla hasta la mitad de la recta opuesta, aproximadamente. En una punta se ubicaron las carpas de prensa, de oficiales, de pilotos y de asistencia médica, mientras que en el playón de estacionamiento, la de comisarios y técnica. Luego, el área de motos y quads y en el otro extremo, las de autos y camiones. En el medio de los vehículos de carrera y de asistencia, se ubicaron las pequeñas carpas iglú donde duermen desde los pilotos y mecánicos hasta los periodistas.

Pero el lugar que no descansa y que está abierto las 24 horas es el comedor, una carpa gigante en forma de U que recibe a 2.500 personas diariamente. No hay horarios para comer y el almuerzo se extiende hasta que llega la cena y la cena hasta el desayuno. Siempre hay gente comiendo, incluso en la madrugada, porque quizá algún piloto se perdió o tuvo problemas y tardó horas en llegar al campamento. ""Trabajan 50 personas en el comedor, en tres turnos. Y son tres equipos en el Dakar, uno instalado, otro instalándose, en este caso en La Pampa, y otro que se desarma y que sigue en camino”, dijo Fernando Mendilaharzu, jefe de proyecto de Sodexo, la empresa que brinda el servicio de comida al Dakar.

El vivac es como un crisol de razas, donde se confunden idiomas y todos los carteles indicatorios están en inglés, español y francés. Cerca del comedor están las duchas y a su lado los 26 baños químicos, 5 de los cuales son exclusivos para mujeres. En el centro, bateas con un espejo donde los habitantes del campamento se lavan los dientes, se afeitan y hasta lavan la ropa.

La gente camina de un lugar a otro en cualquier lado y otros trabajan en las máquinas, pero casi todos en sus propios mundos. La seguridad, en tanto, es muy estricta. ""Cada uno trata de pasar su día lo más normal posible. Aunque por ahí se ven cosas curiosas, como que los europeos no lavan su ropa interior, sino que la tiran en los baños, o que algunas mujeres salen de sus carpas desnudas o en ropa interior, para cambiarse afuera. Para ellos, los europeos, esa libertad debe ser normal, pero a nosotros nos llama la atención”, contó el mendocino Fabio Lucatto, chofer de un camión que lleva la asistencia a un grupo de pilotos de motos y que desde el 1 de enero, pasa sus días en el vivac.