Emocionados. Los padres de los chicos se fundieron en abrazos interminables con sus hijos. Los dos aviones llegaron con unos minutos de separación. Fue un reencuentro intenso y que arrancó lágrimas a propios y ajenos.

”Unos minutos más y no la contábamos”, dijo con absoluta crudeza Uriel Olmos (13), apenas se bajó del avión y se abrazó con su padre. Él fue uno de los 10 chicos de Richet y Zapata que estuvieron al borde de la muerte por una intoxicación por monóxido de carbono en Entre Ríos, tras viajar para jugar un torneo infantil de hockey sobre patines. Anoche, pasadas las 22, la delegación llegó al aeroclub de Pocito y fue recibida por sus padres y varios integrantes del club, en un conmovedor reencuentro que tuvo escenas de abrazos interminables y llantos contenidos en plena explanada.


La larga y ansiosa espera en el aeroclub se cerró con papás que salieron lanzados hacia los aviones apenas apagaron sus motores. Y a medida que los chicos fueron bajando de las aeronaves se reencontraron con sus familiares en fuertes abrazos. Las mamás fueron las más emocionadas, sin poder contener las lágrimas. A su vez, algunos de los compañeritos del club los recibieron con cantos como en las tribunas, mientras sonaron algunas trompetas.

El último hurra. Antes de dejar el aeroclub, todos hicieron un hurra y luego salieron cantando “Dale campeón”.


“Somos campeones de la vida. Volvimos a nacer”, apuntó el DT de los chicos, Martín Ginestar. Y un papá, con megáfono en manos, pidió aplausos para los chicos, que deberán seguir en observación entre 2 a 4 semanas antes de volver a jugar.


El regreso de los jugadores estaba previsto para recién hoy y en colectivo, pero por recomendación de los médicos de Paraná, el Ejecutivo sanjuanino activó ayer rápidamente un operativo para traer a la delegación en los dos aviones de la provincia.

De Pocito los chicos fueron llevados a Richet, donde los recibieron jugadores del club.

Juntos. Apenas bajados del avión, los integrantes del equipo de Richet posaron para las fotos con una bandera que les acercaron. 


“Esta noche (por ayer) voy a tener a mi hijo en mi casa. Tantas súplicas, tantos rezos fueron escuchados. Ellos tuvieron un Dios aparte”, expresó Analía, mamá de Germán Vega, uno de los jugadores. “Mi marido fue quien se despertó primero. Había puesto el despertador muy temprano para bañarse y en su celular sonó una canción cristiana, de una radio de allá. Si fue o no una señal no lo sabemos, pero si no se despertaba hoy no tendríamos a los chicos acá”, contó Guadalupe, mamá de Franco Espina, otro de los niños que volvió a nacer.