Es intolerante ver que una persona en silla de ruedas no pueda transitar por inmediaciones de la Plaza del Bicentenario. Mucha obra en marcha pero cero sentido común de la empresa constructora. Menos aún de los auditores del Gobierno, de la gente de arquitectura y Municipalidad de la capital, a quienes no les importa respetar al prójimo dejando una correcta pasada por la vereda. Vergüenza que no se tolera. No hay planificación ni nadie que los controle. La pobre mujer debe arriesgar su vida movilizándose por la calle en sillas de ruedas.

Enviado por Leo Plana.