"Arrepentido". Walter Quiroga (29) volvió a repetir ayer que estaba arrepentido por el crimen que había cometido. Acepta recibir prisión perpetua.

Lo esperó sobre las 6 de la mañana del 4 de febrero del año pasado: sabía que debía pasar sí o sí en moto por el callejón Laprida rumbo al trabajo. Cuando lo avistó, le salió al cruce y le disparó dos tiros en la cabeza. Luego cubrió el cuerpo con palos y ramas, y tuvo la intención de quemar todo pero desistió y huyó. Casi una hora después, un compañero de trabajo encontró a José Cortez (49) ensangrentado. Pensó que se había accidentado y en el hospital de Calingasta también, pero fue en el hospital Rawson donde descubrieron que estaba muy grave a causa de dos balazos y no por un accidente.

Pero Cortez sobrevivió. Quedó con serias secuelas neurológicas, pero vivo. Y parecía salir adelante con rehabilitación en Córdoba, pero cinco meses después sufrió una recaída y su corazón no aguantó. Tenía 49 años y vivía con su mujer y su hijo en Villa Calingasta.

La víctima sobrevivió a los dos tiros en su cabeza pero 5 meses después murió

Para entonces ya se sabía que con el único que había tenido problemas era con Walter Quiroga (29). Y este obrero ya había confesado que lo quiso matar por los supuestos malos tratos que padecía como subalterno de Cortez. Ambos trabajaban en la finca María Teresa, en la zona de El Barrealito, situada unos 15 km al oeste del centro calingastino. Y la bronca de Quiroga tenía explicación: él vivía con su señora y sus tres chicos en esa propiedad, en la que era encargado y Cortez estaba bajo sus órdenes. Hasta que los patrones delegaron el mando en Cortez, la relación se invirtió y se volvió muy conflictiva: "nunca me habían tratado así, yo merecía respeto (a Cortez) no le importaba el obrero, quería quedar bien con el patrón", había dicho Quiroga cuando confesó su autoría.

Ayer llegó a la Sala II de la Cámara Penal para ser juzgado y volvió a confesarse autor de un homicidio agravado por la alevosía (contra alguien indefenso) y por usar un arma de fuego. A través de su defensor Fernando Echegaray firmó un juicio abreviado con la fiscal Leticia Ferrón de Rago, por la única pena posible: perpetua. El juez José Atenágoras Vega debe resolver.