"Cínico". A pesar de que todas las pruebas lo complicaban, el condenado se definió como un padre "excelente" e intentó culpar a dos de sus cuñados.

Es un psicópata perverso con un egocentrismo patológico. Alguien insensible, cínico, carente de compasión, pudor, vergüenza, arrepentimiento y culpa. Esa categórica descripción detalló el psiquiatra Héctor Del Giúdice cuando le preguntaron por qué un joven de 29 años, con problemas de adicción al alcohol y las drogas, cometería una maniobra tan aberrante: haber violado a su propia hija desde que tenía 4 años y hasta que tuvo 9, y contagiarle una enfermedad de transmisión sexual. Fue una de las pruebas en las que ayer se apoyó la fiscal Leticia Ferrón de Rago para pedirle al juez José Atenágoras Vega (Sala II, Cámara Penal) que lo condenara a 24 años, por violar y corromper a la nena, por golpear a su mujer y coaccionarla con amenazas de muerte para que no lo denunciara. Y por violación de domicilio, al meterse sin autorización a la casa de su hermana.

Y el magistrado le dio la razón a la Fiscalía y a la Asesora de la Niñez, Patricia Sirera, que pidió una condena ejemplar. Aplicó al condenado uno de los más duros castigos de los últimos tiempos en San Juan.

En su alegato, el defensor oficial Marcelo Salinas había pedido la absolución por el beneficio de la duda por los delitos contra la nena. Y solicitó al juez que lo condenara por el resto de los delitos, contra su pareja y la casa de su hermana.

Todo se había descubierto la madrugada del 7 de febrero de 2016, en Chimbas, cuando el ahora condenado (no mencionado para proteger a su hija) bebió unas cervezas y estalló violentamente contra su mujer, como tantas otras veces. Esa vez, le recriminó una supuesta denuncia por violencia de género, la atacó a trompadas y con el cabo de un cuchillo en la cabeza hasta hacerla sangrar. Tomó a sus tres hijos mayores y se fue a la casa de su hermana, que no estaba, pero igual se metió.

Los delitos contra la nena fueron lo más aberrante en una relación marcada por la droga y la violencia

Esa hermana lo denunció, por meterse a su casa y más aún cuando las nenas le comentaron lo que le hacía a la mayor. El informe médico y las entrevistas psicológicas a la nena confirmaron lo más aberrante.

Pero el condenado no se dio por aludido. Y tal como lo describió Del Giúdice, actuó cínicamente: a pesar de que todas las pruebas lo complicaban, dijo que podían ser sus cuñados los abusadores. "En 11 años de relación fui un excelente padre, cuidé y eduqué a mis hijos. Soy inocente, que se haga justicia, pero con la verdad", dijo. Pero eso no le ayudó.