El 21 de marzo de 2019 había sido condenado a 10 años por un delito gravísimo: haber manoseado, violado y corrompido sexualmente a una niña (entre los 13 y los 17 años) que era su hija. Una chica a la que nunca reconoció por ser extramatrimonial y a la que se acercó cuando fue adolescente, se ganó su confianza y comenzó a ultrajarla aprovechándose de la ingenuidad de la víctima, pues le decía que eso era amor, que estaba bien entre padres e hijos, que no lo contara a nadie porque era un secreto entre los dos. Cuando lo condenaron, lo mandaron a cumplir castigo a su casa de Capital, por su edad y sus problemas de salud. Pero allí repitió sus incorregibles inclinaciones pedófilas y volvió al ataque: esta vez la víctima fue su propia nieta de 8 años, a quien el "secreto" con su abuelo se le escapó entre lágrimas y muchos nervios la noche del 4 de julio pasado, cuando llamó a su habitación a su mamá y le contó todo. Esa noche, le dijo que cada vez que iban a visitar a su abuelo y quedaban a solas, aprovechaba para manosearla y que incluso le pedía que lo tocara en sus partes íntimas, pero que ella no lo hizo.

Tres días después, el 7 de julio, hubo denuncia en la UFI ANIVI y ayer, ese jubilado de 75 años que actualmente recibe quimioterapia porque está enfermo de cáncer, volvió a ser condenado por los abusos sexuales reiterados y agravados por el vínculo, pues atacó a su propia nieta.

El juez de Garantías Juan Gabriel Meglioli, aceptó el acuerdo de juicio abreviado al que arribó el imputado (no mencionado para preservar a la víctima) y su defensor oficial César Oro, con la fiscal coordinadora de la UFI ANIVI Valentina Bucchiarelli.

Y le aplicó la misma pena que había acordado: 8 años de cárcel por el último delito confesado, aunque el magistrado unificó el nuevo castigo con el anterior y le dejó una sola pena de 18 años (nadie en Argentina puede cumplir dos o más condenas en simultáneo), declarándolo reincidente.

En su fallo, el magistrado dispuso que cumpla su castigo en casa, pero con vigilancia electrónica y también lo autorizó a salir, previa recomendación médica, cuando tenga que recibir tratamiento.

CONTRA SU HIJA

El caso más grave que le atribuyen al jubilado fue perpetrado contra su hija no reconocida. Se acercó a ella cuando tuvo 11 años y enseguida logró que su madre le permitiera verla a solas. Cuando la niña cumplió 13 años comenzó a sacarla en su camioneta hasta lugares despoblados en departamentos alejados, para poder manosearla.

Todo se complicó para esa jovencita cuando tuvo 15 años y un violento debut sexual con su propio padre. Y ese fue el punto inicial de numerosas violaciones disimuladas con tramposos argumentos, que incluso se cometieron en hoteles alojamiento. Ocurrió hasta que la adolescente pudo salir de la trampa de su papá y le contó lo que pasaba a su pareja. También se lo dijo a su madre cuando tenía 18 años y entonces el caso llegó a la Justicia con una denuncia, el 28 de mayo de 2015. Nunca escarmentó.