Sergio Schiany (36) está destruido, pero se muestra fuerte. Por un lado admite que le “parte el alma” ver a su hija internada, rodeada de cables y aparatos. Pero de inmediato saca a la luz su fortaleza, su predisposición a no rendirse y, por sobre todas las cosas, su esperanza: “Sea como sea yo a Priscila la veo hermosa. Para los médicos su estado es irreversible, pero esperamos el milagro. Tengo mucha fe en Dios. Me la va a sanar, porque para Dios la palabra irreversible no existe”.


Priscila Schiany Fragapane es la beba de 1 año y 6 meses que el domingo 16 de este mes quedó al borde de la muerte a causa de un accidente en el frente de su casa, en la Villa Alcira, en Albardón.

En un principio se dijo que su padre la había atropellado sin querer con la camioneta de su trabajo, pero luego él mismo lo desmintió. ‘Yo no atropellé a mi hija. Ella se apoyó en el portón de atrás de la camioneta y cuando salí ella cayó de espalda al piso y se golpeó la cabecita‘, explicó Sergio días atrás.

Lo concreto es que la criatura esa tarde quedó inconsciente y desde entonces no ha despertado. Actualmente se encuentra internada en el sector de Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital Rawson. 

Lo que más le preocupa a los médicos que la tratan es que su actividad cerebral es minúscula. Está previsto que hoy le hagan estudios para saber si tuvo alguna evolución, pero los pronósticos no son alentadores. “El cuadro es muy grave, pero dentro de esa gravedad ella sigue estable”, afirmó ayer el padre, que al igual que su esposa, Anabella Fragapane, están las 24 horas pendientes de la beba.

“Tenemos mucha fe. Gracias a todos los que no nos dejan bajar los brazos, gracias por su gran ayuda. Será una historia que no me cansaré de contarle a Priscila. Muchos milagros pasaron en esa sala y muchos milagros más van a pasar. Sigamos en oración, no bajen los brazos. Dios nos escucha”, escribió ayer Sergio en sus redes, ilusionado con poder volver a tener en sus brazos a la pequeña.

En la Policía nunca desconfiaron de la versión del padre. El accidente ocurrió cuando Sergio fue a su casa a dejar una torta para festejar el cumpleaños de su esposa, que había sido días atrás. El hombre trabaja en una carnicería y había ido en una camioneta Fiat Qubo de la firma a hacer eso y luego se iba a dejar el vehículo a la casa de su patrón. ‘Le pasó la torta por la ventanilla a Anabella. Parece que la bebé salió detrás de ella y ninguno de los dos la vio‘, había relatado Silvia Díaz, abuela de la pequeña y suegra de Sergio.

Una vez que el hombre puso primera, a los metros lo detuvieron los gritos de su mujer. Priscila estaba tendida en la calle y perdía sangre por la cabeza.

El padre de inmediato se bajó y, en medio de la desesperación, cargó a la criatura en la misma Qubo y partió con una vecina al hospital departamental, desde donde la derivaron en ambulancia al Hospital Rawson. Hoy, en ese lugar, espera el milagro.