Tenía 14 años cuando se encerró en el baño de la escuela especial de Chimbas a la que concurría. Faltaban minutos para que la combi pasara a buscarla junto a su hermano, afectado también por un retraso madurativo, pero la niña no quería volver a la casa de su tía, que los criaba por decisión judicial. Entre lágrimas, le dijo a una compañerita que no quería que volviera a pasarle lo mismo con "el macho de su tía". Instantes después una docente y la directora buscaron calmarla y a ellas les contó que ese hombre, el albañil Juan Agustín Monla (59), la manoseaba.

El 13 de abril de 2017 hubo denuncia. Y entonces en el Anivi, supieron que la historia de esa nena era mucho más conmovedora y grave que los abusos que dijo haber sufrido a manos de Monla. Pues resultó que la nena, igual que su hermano, eran hijos de su abuelo, quien violaba a su propia hija y todo indica que las deficiencias mentales de los chicos provenían de esas relaciones incestuosas.

También supieron que la niña había sido violada por un tío. Que su madre los golpeaba y que por decisión de un juez de Menores quedaron bajo la tutela de su tío, un hombre que a la vez era su hermano por parte de padre.

El problema surgió cuando ese tío se separó de su pareja, se fue al Sur a trabajar y la mujer quedó al cuidado de ambos hermanos especiales. Al poco tiempo, la mujer inició una relación sentimental con Monla, sin llegar a convivir con él. Fue en ese trato con el albañil que la nena y alguna de las hijas de su tía, iban a la casa del acusado a limpiarle la casa. Y en esas circunstancias -según el expediente- el hombre le ofrecía a la niña plata a cambio de sexo, hasta que un día, ebrio, la manoseó e intentó besarla.

Tras conocer la denuncia de la niña, su tía nunca fue a visitarla al hogar del Estado donde la derivaron y renunció a su tenencia legal, dijeron fuentes judiciales.

En su defensa, el hombre dijo que sabía del retraso madurativo de la niña y que jamás le haría nada. Negó también haberle ofrecido dinero a ella o alguna de las hijas de su pareja y precisó, además, que en su casa no tenía privacidad, pues vivía con uno de sus hijos y sus nietos.

Las pruebas sin embargo le jugaron en contra. Fue acusado de cometer abusos sexuales simples contra la niña y llegó a juicio libre, porque el delito es excarcelable. Ayer acordó un juicio abreviado con la fiscal Marcela Torres, en el que acepta 1 año de cárcel por ese delito. Y ahora será el juez Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) quien decida si acepta ese acuerdo por el monto de castigo que le proponen.

Confesó graves abusos contra su hijastra, acepta 9 años de cárcel

Complicado. Rodolfo Aníbal Blanco admitió haber cometido abusos sexuales gravemente ultrajantes contra su hijastra y acepta 9 años de cárcel. No podrán imponerle una pena mayor.

Comenzó con regalos, con demostraciones de cariño, con abrazos que empezaron a incomodar a esa niña, entonces de 13 años. Cuando creyó haber ganado su confianza, pasó a los masajes que derivaron hacia las partes más íntimas. Que la niña soportara porque no sabía qué hacer, fue clave para hacer lo que se proponía: manosearla en sus genitales y ejecutar otras prácticas que, por poco, no llegaron a la violación. Siempre se disculpaba y prometía no volver a hacerlo, pero durante los casi 4 años que duró la convivencia con su madre, llegó a cometer esos graves ultrajes sexuales hasta tres veces por semana, dijeron fuentes judiciales.

Todo se conoció el 27 de abril de 2015, durante una discusión entre la niña (ya tenía 17 años) y su madre, quien le cuestionaba su relación sentimental con un joven que no trabajaba, ni estudiaba ni hacía nada.

Entonces la chica le dijo que no todo era tan bueno como creía con su pareja, el instructor de parapente Rodolfo Aníbal Blanco (55 años, hijo de un ex policía represor fallecido). Y le contó que abusaba de ella desde que convivían. Esa vez el sujeto se fugó y fue capturado recién el 10 de marzo de 2018 en Carmen de Patagones, Buenos Aires. En su defensa, atribuyó todo a los problemas de pareja, pero las pruebas lo complicaron y ayer ratificó un juicio abreviado con la fiscal Marcela Torres, en el que acepta 9 años de cárcel. Decide la jueza Silvia Peña Sansó de Ruiz (Sala I, Cámara Penal).