La violenta mecánica de sometimiento contra su familia, estalló por el costado más débil: su propia hija de 8 años. Fue un día de febrero del año pasado, en que la nena fue sorprendida por su mamá con un cuchillo, envuelta en lágrimas, intentando cortarse las venas. Explicó que era por los violentos tratos que recibía, por ver cómo su padre golpeaba a su madre. En medio de esa dolorosa explicación, entró su hermana mayor por parte de madre, de 13 años, se abrazaron, lloraron juntas y la verdad resultó un poco más preocupante. Esa niña también sumó sus quejas a los tratos agresivos de su padrastro, con un condimento inesperado: se animó a revelar que antes no había dicho nada por miedo a que las atacara a golpes, pero su padrastro la espiaba cuando se bañaba, que la obligaba a besarlo en la boca, que simulaba juegos para poder besarla y manosearla entera, incluso delante de su hermana más chica. O que en una de esas supuestas diversiones le vendara los ojos y llevaba su mano para hacerse tocar los genitales.

Cuando esa tremenda revelación ocurrió hacía siete meses que la pareja se había separado. Y la consecuencia para ese joven empleado público que hoy tiene 34 años (no se lo menciona para preservar a las menores) fue la prisión. Y no salió, porque las niñas atestiguaron en su contra, porque eso de que obligara a besarlo en la boca también fue visto por la abuela materna.

Al llegar a juicio a la Sala II de la Cámara Penal, decidió admitir los graves ultrajes sexuales contra su hijastra. Y en un juicio abreviado firmado con su defensora Yanina Olmos y la fiscal Leticia Ferrón de Rago, aceptó el castigo que al final le impuso el juez Ernesto Kerman, 8 años.

Portero suspendido acusado de abuso

Un joven portero de la Escuela Agrotécnica de Iglesia, de nivel secundario, fue separado y desplazado de sus funciones en ese establecimiento hasta tanto avance una investigación penal y otra interna que lo tiene en la mira por un comportamiento no esperado en un ámbito académico: un presunto abuso sexual contra una de las estudiantes. La adolescente habría dicho que en los últimos tiempos toleró comentarios fuera de lugar y hasta manoseos de ese joven, pero que ya estaba cansada y que por eso decidió denunciarlo. Como la denunciante es menor, el caso será analizado por profesionales del Anivi, quienes serán claves para el futuro de ese empleado público por sus conclusiones sobre la veracidad o no en el relato de la chica.