Había sido otro el problema que llevó a poner la mira de los pesquisas en el comportamiento de Walter Sohar Ruiz. El 21 de octubre de 2019, en la seccional 21ra de Jáchal, una mujer atestiguó que este jornalero (hoy de 50 años) no sólo se había metido por los fondos de la propiedad donde vivía una hija suya, para espiarla por la ventana del baño. Según el relato de esa molesta madre, cuando el acoso se conoció puertas adentro en su familia, otra de sus hijas, por entonces de 14 años, les comentó que ese sujeto la había violado tres veces cuando tenía 6 años y que, ya adolescente, la había obligado a verlo masturbándose. También les dijo que se decidió a contar lo que le había pasado porque no quería que les hiciera lo mismo a sus sobrinitas de 7 y 5 años.

Cuando la entrevistaron psicólogos con el sistema de Cámara Gesell, esa chica dio detalles contundentes de cómo habían ocurrido los ultrajes, en medio de llantos, angustia y un cuadro de ansiedad que llevaron a los profesionales a concluir que no mentía. Esa vez la niña contó que la primera vez ocurrió un día en que su mamá la mandó a comprar pan y, al volver, el sujeto la interceptó y le dio un beso en la boca. Alrededor de una semana después, la sorprendió en el fondo de su casa jugando, la llevó a una acequia entre unos yuyos y allí le practicó sexo oral, la obligó a practicárselo y la violó. Y que repitió las violaciones un par de veces más, bajo la amenaza de que le haría lo mismo a su hermanito de 3 años o que mataría a su mamá.

Cuando el sujeto fue detenido y tuvo la posibilidad de declarar, aseguró ante un juez en Jáchal que las violaciones nunca ocurrieron y que en todo caso era esa niña, entonces de 6 años, la que había adoptado una "actitud provocadora" con él. Que no era cierto que se había masturbado delante de ella y que la familia de la chica confundió los hechos e inventó que merodeaba por la casa y espiaba a su hermana.

El informe del médico sobre la presencia de desgarros en la zona genital de la niña y la conclusión de los psicólogos de que no mentía y en su conducta presentaba los signos habituales que suelen observarse en las víctimas de abuso sexual, fueron pruebas contundentes que llevaron al acusado a admitir su culpa y aceptar una pena de 11 años.

Esos, fueron los tramos salientes del acuerdo de juicio abreviado logrado a través de su defensora, María Noriega, con el fiscal Daniel Galvani. El juez Martín Heredia Zaldo ratificó ese acuerdo y terminó aplicándole a Ruiz el castigo que estaba dispuesto a recibir, dijeron fuentes judiciales.