Hubo un último intento, desesperado, por evitar que el ‘trompito’ en su descontrolada trayectoria, se colara entre la carga de pirotecnia que había bajo dos gacebos que los hermanos Laciar habían instalado para venta al público en Paula Albarracín del Sarmiento al 778 Norte, casi Sargento Cabral, en Capital. Lo intentó uno de los hermanos, a las patadas, pero el ardiente objeto que había lanzado sin querer un joven desde unos 25 metros, cayó donde no debía y al final el incendio se hizo incontenible. Por unos minutos, distintos matices de luces y estruendos colmaron esa concurrida esquina de Capital. Y las pérdidas fueron totales a pesar de que un grupo de Bomberos del Cuartel Central llegó justo en el momento en que todo ardía. Cuando el desastre se consumó, alrededor de las 5.15 de ayer, el sujeto que lanzó el ‘trompito’ se había borrado. Para entonces de los gacebos, las estanterías y los tablones sólo quedaban esqueletos humeantes. Y un auto con múltiples impactos en su capot de los objetos que salieron disparados en distintas direcciones.

Los Laciar habían instalado dos gacebos previa autorización de Bomberos por la especial mercadería que tenían a la venta. Por esa razón las carpas eran la única protección de la pirotecnia, pues se exige un almacenamiento al aire libre y una cinta de protección advirtiendo del peligro rodeando el puesto, explicaron fuentes policiales.

Ayer, los hermanos tenían una sensación amarga, aunque agradecían que no hubiera consecuencias más graves: ‘Fue una desgracia porque en este empredimiento perdimos unos 15.000 pesos. Pero fue una desgracia con suerte porque gracias a Dios nadie salió herido’, decía ayer en la madrugada María Verónica Laciar, propietaria del destruido local con sus hermanos Juan y Vanesa.