Un conflicto familiar había sido la causa por la que Alfredo Morales (49) había tenido que partir desde su casa paterna en Rawson hacia los confines de Albardón, en la zona de Las Piedritas, donde su hermana Claudia le permitió armar un rancho de palos y cañas recubiertas con barro, en el que vivía con su señora y sus tres pequeños hijos, una nena de 11 años y dos varones de 6 y 5 años. Allí nada fue fácil para esa familia, pues su mujer sufrió un cuadro depresivo que obligó a mantenerla medicada para poder cuidar a sus niños, mientras el jefe de hogar, único sostén, salía hacer changas (ahora en la cosecha de aceitunas) para hacer algunos unos pesos y así pelearle a la pobreza extrema.

Como si esto fuera poco, en los últimos minutos del viernes perdieron lo poco que tenían por un incendio. Alfredo recordó que con su pareja comenzaron a percibir olor a humo y cuando salieron de su habitación vieron que las llamas ya habían ganado el techo, en la esquina de la precaria cocina comedor donde estaba el televisor (allí Bomberos detectó un cortocircuito). En el acto sacaron a los niños de la cama y encararon la puerta para salir, sin saber que ese acto de supervivencia permitiría el ingreso de oxígeno que avivaría las llamas.

Según Alfredo, lo único que pudo hacer fue sacar su viejo Peugeot 504 que tenía pegado al rancho para que no lo alcanzara el fuego. Después, con la familia de su hermana y algunos vecinos echaron algo de agua, pero todo intento fue en vano.

El televisor, un freezer, una heladera, una cocina, mesas, sillas, las cuatro camas de la familia, un ropero con toda la ropa, y todo lo que había en ese rancho fue destruido en un instante. "Gracias a Dios no nos pasó nada, ahora habrá que empezar de nuevo", dijo Morales.