El problema principal de los regímenes alimentarios es que cuando, tras muchos esfuerzos, se llega a una importante baja de kilogramos, después para muchos el hambre se vuelve irresistible y no sólo recobran lo perdido sino que engordan todavía más.

El trabajo de especialistas de la Mayo Clinic de Rochester sobre la ghrelina será publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Por ahora el estudio se verificó en animales de laboratorio pero si los resultados se replicaran en pacientes humanos se trataría de un gran paso adelante en la gestión de la obesidad y sus enfermedades relacionadas.

Tras una importante pérdida de peso, el organismo comienza a producir mucha ghrelina generando una atracción irrefrenable por la comida.

Los científicos pusieron a punto un método para "silenciar" a la hormona del hambre, inyectando una sustancia inhibidora llamada butirilcolinesterasa.

En ratones ex obesos comprobaron que una sola inyección de este "fármaco experimental" mantiene el peso corporal de los animales en su vida natural, protegiéndolos del riesgo de volver a engordar. Se trataría de un descubrimiento científico potencialmente significativo respecto del comportamiento metabólico y podría ayudar a controlar cuadros de enfermedades en muchas personas, afirmaron los investigadores.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud cada año al menos 2,8 millones de personas mueren en el mundo por consecuencias sobre la salud del sobrepeso o la obesidad.

A la vez influyen en altos porcentajes de tipos de cáncer, cardiopatías y diabetes del tipo 2,en especial, alcanzando el nivel de epidemia con altos costos para el sistema sanitario en varios países del mundo.