En su momento parecía de ciencia ficción; o de una realidad muy lejana en el futuro. Pero no: solo dos meses después comenzó a hacerse realidad. "Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio". Era septiembre de 2019. El 17 de noviembre apareció una nueva cepa de un coronavirus en China que en pocos meses se esparció y generó una pandemia que tiene congelado al mundo. La amenaza se hizo realidad. 

El alerta no salió de la imaginación de alguien. Sino del Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanitarias" elaborado por OMS y el Banco Mundial. En ese informe se advierte que el mundo estaba en las vísperas de una pandemia que provocaría millones de muertes y un quebranto enorme en la economía mundial.

La pandemia se esperaba que fuera "provocada por un patógeno respiratorio" y con consecuencias dramáticas. "Podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas", advertían en la introducción . Harlem Brundtland, ex titular de la OMS,  y Elhadj As Sy, Secretario General de la Cruz Roja. "El mundo no está preparado", señalaban. 

En el informe se advierte que la comunidad internacional no reaccionó positivamente luego de las experiencias de epidemias anteriores. En ese sentido, se tomaron las repercusiones  y las recomendaciones  tras la pandemia de gripe H1N1 de 2009 y el brote de ébola de 2014-2016.

Tras esas crisis se habían realizado recomendaciones y se diseñaron políticas de prevención. Pero no hubo caso. "Muchas de las recomendaciones examinadas se aplicaron de forma deficiente, o no se aplicaron en absoluto, por lo que persisten deficiencias graves", aseguraron.

La respuesta a esas crisis fue desde el pánico, al abandono. "Durante demasiado tiempo hemos permitido que se suceda un ciclo de pánico y abandono en las pandemias: prodigamos esfuerzos cuando surge una amenaza grave y nos olvidamos rápidamente cuando la amenaza remite. Ha llegado el momento de actuar", aseguraron los especialistas. El problema es que no hubo tiempo de respuesta porque la nueva crisis llegó muy rápido. 

Al analizar las amenazas a la salud mundial, los especialistas apuntaron a que el principal riesgo estaba con los virus que provocan enfermedades respiratorias. Todo, en base a la experiencia. Es que entre 2011 y 2018, la OMS realizó un seguimiento de 1483 brotes epidémicos en 172 países. Enfermedades potencialmente epidémicas como la gripe, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el zika, la peste o la fiebre amarilla, entre otras, son las que, para ellos, presagiaban "una nueva era marcada por una mayor frecuencia en la aparición de brotes de consecuencias nefastas y propagación potencialmente rápida, cada vez más difíciles de gestionar".

Tras el diagnóstico, se proponían líneas de acción y se advertía sobre el riesgo asegurando que los países debían "prepararse para lo peor". "La propagación rápida de una pandemia debida a un patógeno respiratorio letal (de origen natural o liberado accidental o intencionadamente) conlleva requisitos adicionales de preparación", aseguraban.

Para enfrentar el problema, aseguran que es necesario "garantizar inversiones suficientes para el desarrollo de vacunas y tratamientos innovadores, la capacidad de fabricación en caso de aumento súbito de la demanda, los antivirales de amplio espectro e intervenciones no farmacéuticas adecuadas".

Parte de eso ocurrió con la pandemia del Covid-19, pues ya hay trabajos en todo el mundo para intentar hallar una vacuna y tratamientos. "Todos los países deben poner en marcha un sistema para compartir de inmediato las secuencias genómicas de todo patógeno nuevo con fines de salud pública, junto con los medios para compartir contramedidas médicas limitadas entre países. Indicador (o indicadores) de progreso para septiembre de 2020", señalaban. Eso ocurrió. 

Crisis económica

 

En el pronóstico de ese informe de la OMS y el Banco Mundial, se preveía que una pandemia podría golpear en al menos el 5% de la economía mundial. Por eso también se recomendaban medidas que ahora podrían ser puestas en práctica. 

"Para mitigar las graves consecuencias económicas de una epidemia nacional o regional y/o una pandemia mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial deben redoblar con urgencia sus esfuerzos por integrar la preparación en las evaluaciones de los riesgos económicos", advertían. Y proponen una serie de medidas, como que los gobiernos inviertan recursos en la preparación ante la posible llegada de estos brotes; el desarrollo de simulacros; la creación de vacunas y tratamientos innovadores; redoblar los esfuerzos para la preparación de evaluaciones de riesgo económico ante una pandemia; y fortalecer los mecanismos de colaboración y coordinación internacional.