Entre el ruido de amoladoras, máquinas de coser y martillazos 50 personas de distintos rubros hacen desde la taza de San Martín hasta un enorme balcón antiguo.

Y a diferencia de otros años, en el que la grandeza de la utilería impactaba al público, esta vez los detalles y la verosimilitud harán que la gente viaje en el tiempo.

Está todo pensado detalladamente para crear la sensación de estar adentro el hito histórico del Cruce de los Andes.

Sables en tamaños real, fusiles a los que sólo les faltan las municiones para parecer verdaderos y hasta la pluma y el tintero con el que el libertador firmó sus documentos son parte de la utilería que se está realizando a contrarreloj en el Teatro del Bicentenario. Y para que esa utilería pueda lucirse, 30 costureros están haciendo los uniformes del ejército, entre otras prendas.

También con detalles mínimos, como bordados pequeños, la utilización de tinturas para que las sogas de las charreteras parezca un poco sucias y hasta avejentando algunas telas para que simulen ser de época, los vestuaristas trabajan a toda máquina.

Así, casi sin descanso y con el único objetivo de que todo esté en perfectas condiciones, se cocina por dentro parte del espectáculo que cerrará, en el Autódromo El Zonda Eduardo Copello, la Fiesta Nacional del Sol el próximo 25 de febrero.

Todo lo hacen equipo, y cada tarea está bien designada para que el trabajo no se entorpezca. Es que el tiempo apremia. En el taller de utilería, sólo se oyen las máquinas, mientras que el olor a pegamento, madera y cuero invade todos los rincones. Y no es para menos, si ya están terminando las últimas piezas que ambientarán el espectáculo final.

Este taller deberá entregar para el cierre 500 piezas de distintos tamaños. Según Laura Recabarren, una de las encargadas de la utilería, hicieron desde la taza de San Martín, hasta cañones enormes que en el show simularán disparar.

’Esta vez no hicimos grandes estructuras. Nos caracterizamos por hacer muchos objetos con detalles mínimos. Todo el trabajo es casi artesanal’, dijo y contó que fabricaron 150 fusiles y 60 sables que servirán para representar algunas batallas sanmartinianas.

Al igual que los fusiles, los pistolones y los cañones llevan detalles en resina que simulan ser los dispositivos con los que se disparan. Esos dispositivos fueron realizados uno por uno con moldes y luego pintados a mano. El mismo trabajo se realizó con insignias de los uniformes, los detalles de los cinturones y bandoleras y hasta en las fundas de los sables.

Otro trabajo importante es el de los costureros. En 5 talleres trabajan más de 10 horas por día tratando de confeccionar cerca de 600 uniformes para que los soldados de 2 ejércitos puedan representar las batallas.

’Además estamos haciendo los vestidos de bailarinas y otras prendas de los actores’, dijo Florencia Tornello, quien coordina los talleres de costura.

’Algunas de las telas que usamos son paños, gabardina, lienzos, tafetas y gasas entre otros géneros. Es un trabajo hermoso y que no se ve mucho, pero estamos en todos los detalles’, dijo Chavela Gómez, una de las costureras que trabaja para la Fiesta del Sol desde hace años.

Las costureras coincidieron en que este año, a diferencia de otras veces confeccionaron prendas con más detalles. ’Cada uniforme está hecho a medida y tratamos de respetar los colores para que parezcan lo más real posible. Lo mismo hicimos con los trajes de la gente del pueblo’, dijo Javier Pérez, el único varón del grupo, que cose.

Para la ambientación


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Para el espectáculo de cierre de la Fiesta del Sol, el taller de utilería hizo fogatas, cajones de madera, jarros metálicos, cinturones, fuelles gigantes, sillones, bateas para lavar ropa y banderas, entre otros elementos. También hicieron dos carretas enormes. Una de ellas está decorada con flores 600 flores de papel y plástico que fueron hechas a mano. Este taller también está a cargo de una bandera gigante que será una copia de la Cabot. Está siendo pintada por 110 sanjuaninas.