De los más grandes. Los adultos enseñaron a los chicos los secretos para hacer una buena semita. Aprendieron cómo se prepara la masa y hasta cómo se cocina. Fue en el patio de la residencia.

Ni la amenaza de las nubes negras pudieron con el entusiasmo de la gente que ayer pasó una tarde diferente. El aroma a chicharrones y mate cocido fueron la gran atracción de la tarde en la Residencia del Adulto Mayor donde se llevó a cabo la Fiesta de la Semita. Una propuesta innovadora para el lugar mediante la que se buscó rescatar las costumbres tradicionales de la provincia. Los chicos fueron los más entusiasmados porque participaron de un taller en el que se les enseñó a amasar y a cocinar semitas. El encuentro se montó en el patio de la residencia. A pesar del pronóstico, no se suspendió.

Deleite. Cada stand mostró sus delicias. Hubo semitas para todos los gustos. Abundaron los chicharrones y la cocción en horno de barro.

En la explanada de cemento colocaron los stands con los semiteros que entraron en competencia. Hubo panaderos de distintos puntos de la provincia que llevaron sus productos. En bolsas, en canastas, en paneras. La presentación fue tan variada como creativa. Incluso mujeres llevaron fotos de los hornos de barro en los que cocinaron las semitas. Pero no sólo fue concursar o mirar semitas. También estuvieron para la venta y se pudo conseguir desde los dos pesos cada unidad. Lo que el jurado evaluó fue el sabor, la cocción, pero también la creatividad de cada propuesta. Además de semitas también llevaron empanadas y hasta pan. Es que además esta fiesta sirvió para que cada panadero o semitero promocionara sus productos. Otro de los puntos concurridos fue la barra libre de mate cocido. Allí la gente pudo degustar de esta infusión tradicional de manera gratuita.

Sin embargo, uno de los puestos más atractivos fue donde realizaron talleres para enseñar a preparar semitas. En inmensas ollas colocaron harina, chicharrones, grasa y se pusieron a amasar. Esta actividad estuvo destinada a los niños quienes no dudaron en arrimarse para amasar y luego colocar las semitas en una bandeja para hornearlas. Los abuelos que residen en el hogar también participaron de la actividad y hasta consumieron las semitas al mismo tiempo de escuchar buena música.