Los padres y hermanos de Gonzalo Páez aún no pueden creer lo que sucedió. Ellos fueron quienes escucharon al médico que atendía al joven de 20 años decir que sus chances de sobrevivir, luego de un accidente de tránsito, eran escasas. Sin embargo, 5 días después, Gonzalo está consciente, internado en sala común y su vida ya no corre peligro. “Fue un milagro gracias a las cadenas de oración”, afirma su hermano Franco sin dudar.

Todo comenzó el pasado domingo durante la madrugada. Gonzalo estaba en un cumpleaños pero pasada las 00 decidió volver a casa de su mamá para decirle feliz día y entregarle el regalo que le había comprado. Después de eso, subió a su moto para regresar con sus amigos, pero el viaje quedó trunco.

Cuando circulaba en la zona de las calles Doctor Ortega y Francia, en Rawson, chocó con otra moto. Quedó inconsciente y fue trasladado al Hospital Rawson, donde quedó internado en estado de coma en Terapia Intensiva, con respirador artificial.

“Mucha gente estuvo preguntando por él después de que supieron lo que había pasado. Nosotros somos cuatro hermanos y Gonzalo es el menor. Él es ayudante de albañilería, trabaja con mi papá y los otros tres somos gendarmes”, reveló Franco.

Y con la voz ahoga contó: “A Gonzalo no le daban grandes probabilidades de vida, porque no le funcionaban los pulmones. Por eso, cada vez que recibíamos un llamado para consultar por su salud le pedíamos a la gente que se reuniera en cadena de oración para pedir un milagro. Mucha gente nos escuchó y nos ayudó. Nuestros compañeros de las fuerzas de seguridad empezaron a rezar; los alumnos del colegio Capitán de Fragata Carlos María Moyano, al que asistimos cuando éramos estudiantes, también oraron, todo el colegio se solidarizó para hacer cadena de oración. Mientras, familiares y amigos se reunían en la puerta del hospital durante la noche y rezaban durante 3 ó 4 horas. Incluso desde la Iglesia Evangélica que está cerca del barrio La Estación, ofrecieron una misa para él”.

Gonzalo, mientras tanto, seguía en coma, inmóvil. Sólo daba señales de conexión con el mundo cuando se acercaban su mamá o su papá y de sus ojos cerrados brotaban lágrimas.

Fue entonces que llegó el momento clave. “El martes los médicos nos dijeron que le iban a sacar el respirador para ver cómo reaccionaban sus pulmones. Pero temían que le diera un paro cardiorrespiratorio. Increíblemente mi hermano reaccionó bien, sus pulmones empezaron a funcionar y hoy, tres días después, está en una sala común con ganas de terminar de recuperarse”, reveló Franco.

Mientras agradece a Dios, los médicos y a quienes los acompañaron, la familia espera ahora con tranquilidad el alta de Gonzalo para que pueda volver a su vida normal.