Este miércoles por la noche en la Catedral de San Juan, se realizó la tradicional Misa de Acción de Gracias, en la víspera de Navidad, que estuvo presidida por monseñor Jorge Lozano y atravesada por varios temas de coyuntura:  por un lado, la pandemia; por el otro, el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo que tiene media sanción de Diputados y se debatirá el próximo 29 de diciembre en el Senado. 

Estuvieron presente el gobernador Sergio Uñac y autoridades de los tres poderes del Estado en la provincia de San Juan.

Lozano habló de cómo la pandemia cambió la vida de la humanidad, "desde el mes de marzo fuimos sorprendidos por un acontecimiento que transformó nuestras vidas; el trabajo, la familia, los vínculos sociales. La
pandemia significó vivir situaciones complejas de dolor, de heridas que no cierran
".

Y agregó, "si algo hemos aprendido es que “no somos omnipotentes” y que "este año “las Fiestas” son distintas. En varios hogares encontraremos sillas vacías por la distancia, la enfermedad, la muerte. En las mesas de los pobres habrá menos comida".

La máxima autoridad de la Iglesia sanjuanina le dedicó un buen espacio de su oratoria al tema aborto, incluso recalcando varios párrafos de lo que dejó la reciente reunión de obispos de todo el país en el marco de la Conferencia Episcopal Argentina: "la opción política pasó a ser una incomprensible urgencia, una febril obsesión por instaurar el aborto en Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos. Otra cosa sería defender los derechos humanos de los débiles de tal manera que no se los neguemos aunque no hayan nacido”.

Lozano insistió en que "esta preocupación en torno a la ley de aborto nos está alterando y quitando la paz en medio de una celebración tan cercana al pueblo. Nos obliga a debates y energías que quisiéramos dedicar a la búsqueda de logros comunes y espíritu de unidad".

A lo que agregó que "un Niño que nos trae la Paz que no adormece, sino que desinstala y nos pone en camino. Una Paz que no anestesia, sino que nos hace sensibles al dolor de los pobres, los enfermos y excluidos. Una Paz que no es fruto del aislamiento individualista del yo, sino recompensa de la entrega de la vida. La Navidad acogida vitalmente nos vuelve apasionados por escuchar el clamor de la tierra y el gemido de los pobres. Apasionados por cuidar la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Podemos preguntarnos, ¿se puede esperar tanto de un Niño?"