Textos y fotos: Diego Castillo

Hay que ir hasta la base de la cadena montañosa Los Colorados, a 6 kilómetros en línea recta hacia el Norte de las oficinas y el museo. Son casi 20 minutos por una huella indómita que no admite más que vehículos 4x4 y que por un tramo comparte traza con el lecho del río Salado, seco como todo el entorno. Hay que esquivar varios lagartos enormes y uno que otro zorro cauteloso que cruza rápido la huella. Y al llegar, sólo hay que impedir que las piernas se aflojen por la sorpresa y el impacto: allí se encuentra la mismísima caja de Pandora. Que ya está abierta. Se trata de la primera "cama de huesos" descubierta en Ischigualasto, que no sólo implica una rareza por lo inédito de semejante hallazgo de restos fósiles de comunidades enteras de animales del Triásico, sino que además incluye especies nunca antes encontradas en todo el mundo, y que le aportarán a la ciencia información fundamental para comprender mejor cómo evolucionó la vida en el planeta.

Esa cama de huesos es hoy el gran cofre del tesoro en el lugar. La descubrió Ricardo Martínez, investigador, curador y jefe de Paleontología de Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ. La puso a resguardo el Gobierno de la provincia, con un galpón desmontable de chapa que la protege de lluvias y vientos para que el Museo pueda seguir con la investigación. Y ahora quieren ir por más, entonces gestionarán que se construya alguna estructura fija alrededor de esos huesos para que el turismo llegue y pueda admirarlos in situ, tal como sucede hoy en los emprendimientos paleontológicos más completos del continente.

Si se da ese paso, se logrará que semejante riqueza no sólo se vuelque hacia la ciencia del mundo, sino también lleve al Parque Ischigualasto a otro nivel.

A la vista, la cama de huesos no es más que un enorme cascote rojizo al que le asoman puntas blanquecinas, un riñón rocoso e irregular de unos 6 metros cuadrados. Pero lo que encierra es el epicentro del pasado y el futuro. Lo primero que vio Ricardo Martínez cuando la descubrió, hace exactamente cinco años, fue un extremo de hueso fosilizado que le pareció interesante. Comenzó a limpiar y excavar alrededor y así dio con todo el yacimiento.

La hipótesis sobre la que trabajan y fueron ajustando es que allí se encontraba uno de los últimos reductos de agua en esa zona azotada por una fuerte sequía, hace poco más de 220 millones de años. Los animales llegaban en tropel hasta ese lugar buscando sobrevivir, los más grandes aplastaban a los más chicos, y así iban muriendo con el tiempo, unos sobre otros, generando un reservorio de esqueletos, una población de muerte y desolación, todo junto en un mismo territorio cuyos límites aun son desconocidos.

Luego de la evolución hacia la geología actual, el suelo se convirtió en ese cordón de cerros en lo que hoy es el límite entre San Juan y La Rioja, en el extremo noreste de Valle Fértil. Y allí quedó la cama de huesos, oculta justo debajo de una pequeña quebrada, a la espera de que la ciencia posara el ojo sobre ella.

Desde el primer mirador turístico del Parque Ischigualasto se puede ver, a un simple giro de cabeza, todo el valle hacia el Norte que desemboca en Los Colorados, en cuyo pie se encuentra el hallazgo estrella. La riqueza geológica de todo ese sitio es tal que, de recorrerlo a pie, de Oeste a Este, implicaría avanzar 10.000 años de evolución terrestre en cada paso humano.

De casi todo ese valle, el Museo ya había aportado fósiles de animales únicos, los más antiguos encontrados hasta ahora en todo el mundo. Pero faltaba un periodo importante: los más viejos datan de unos 231 millones de años; los más nuevos, de 213 millones. Entre medio no había descubrimientos que permitieran trazar con más precisión cómo la vida mutó a lo largo de todo ese periodo. Hasta que apareció la cama de huesos, con especies inéditas, que vienen a iluminar ese vacío.

Las primeras dataciones hechas en el laboratorio del Museo de Ciencias Naturales indican que están ante "bichos nuevos". Ahora Martínez y su equipo están ordenando la investigación y previendo los papers para ir con todo bajo al brazo a la revista Science, una de las más prestigiosas divulgaciones científicas del mundo, en la que el sanjuanino ya publicó antes como primer autor.

Una vez a sabiendas del tesoro que es esa cama de huesos, los directivos del Museo acudieron al Gobierno. Los titulares de Turismo, Obras Públicas, y Ciencia y Tecnología de la provincia se interesaron en resguardar esa riqueza. Trasladaron la inquietud al gobernador Uñac, quien dio la orden de actuar. Y a fines de 2020, terminaban de abrir la huella con máquinas de Vialidad y construir el galpón que hace de campana de protección sobre ese descubrimiento histórico. Toda esa proeza llevó una inversión pública de 3 millones de dólares.

IDEA PARA EL FUTURO

El geólogo Oscar Alcober, director del Museo de la UNSJ, tiene ahora la idea fija de convertir ese lugar en una meca de observación turística directa, que robustezca más aun al Parque Ischigualasto como polo internacional de turismo científico.

El propio Martínez imagina alguna forma para una estructura que reemplace al actual galpón de chapa. "Sería ideal poder contar en el futuro con un camino bien hecho, que no lo pueda destruir una lluvia y que permita llegar en cualquier tipo de vehículo. Y que los turistas puedan acceder a una pasarela que rodee desde arriba a estos huesos, con una gran cúpula en la parte superior: que sea visible desde todos los puntos. Que la gente vea los fósiles en el sitio y la posición exacta en que fueron hallados y a los técnicos trabajando", aventura.

Alcober, mientras tanto, bajo el enchapado de 70 metros cuadrados que se yergue como un lunar de plata entre esos cerros rojos, y parado sobre rocas que esconden más riqueza de fauna prehistórica apenas a 50 centímetros de profundidad, se pliega a su colega y amigo. "Más allá de las ideas e indicaciones que podamos dar nosotros para aprovechar al máximo este tesoro, lo mejor sería un concurso de proyectos para arquitectos, ya que son los profesionales que deberían darle forma a eso, con estructuras y construcciones acordes al paisaje y con toda la preservación ambiental necesaria", advierte el científico y gestor de muchas de las iniciativas que convirtieron al parque sanjuanino en la meca mundial de paleontología que es hoy.

Para explicarlo mejor, citan dos ejemplos de EEUU: el Monumento Nacional de los Dinosaurios, en Utah, y el Sitio de los Mamuts, en Dakota del Sur. Ambos son hoy grandes museos e instalaciones de turismo científico, montados en torno a reservas de fósiles encontradas allí mismo, de modo que la gente pueda apreciar "en vivo" cómo se trabaja con esos huesos convertidos en piedra. Y ambos, tal como la cama de huesos de Ischigualasto, nacieron por el hallazgo de investigadores tan apasionados como astutos.

Multimedia
En este informe especial de DIARIO DE CUYO, los lectores encontrarán además un despliegue multimedia en diariodecuyo.com.ar, con videos del lugar donde se encuentra la cama la huesos, el proceso de cómo se hizo el galpón y entrevistas a Alcober y Martínez.