Apoyo fundamental. Javier Zárate reiteró en varias ocasiones que el respaldo que recibe de su entorno le da fuerzas para seguir haciendo actividades solidarias. El chocolate en Villa Cobos, desde hace 10 años es un ritual obligatorio.


‘Tengo muchos conocidos que están en mi situación, que ponen peros para encarar nuevos proyectos y les digo que hay que tener fe. Yo hago esto principalmente por los chicos, pero también por mi‘, afirmó Javier Zárate, que resaltó con un repentino y apenas visible movimiento con su silla de ruedas, la que empezó a formar parte de su vida hace 7 años por un accidente en moto.


Su entusiasmo es contagioso. Agregó que unos 3 años antes del accidente, junto a su suegra Ester organizaron un chocolate con facturas para un Día del Niño en donde viven, Villa Cobos, Chimbas, al que asistieron una decena de chicos. Y como el año pasado, en la última edición según reconoció, la convocatoria superó la capacidad de organización, es que para esta ocasión no promete tirar la casa por la ventana, sino toda la cuadra de la calle Zaire. “Recibimos colaboración de todos lados. Como la Municipalidad de Chimbas nos pueden prestar sonido para el domingo, lo haremos ese día de 15,30 a 18,30. Creemos que van a venir otra vez 300 chicos y por eso queremos agradecer a la Municipalidad, al Ministerio de Desarrollo Humano, a la Secretaría de Deportes, al SEP, por todo lo que colaboraron‘, reconoció Javier, quien agregó que la organización recae en toda la familia (junto a su esposa Eugenia vive en casa de sus suegros) y en dos talleres comunitarios de la zona. “Serán unas 20 señoras que ya están haciendo ositos de peluche, muñecas de tela y también emojis de peluche. Ellas son de los talleres ’La Patroncita’ y ’Unidad y Esperanza’‘, agregó el organizador, quien se reconoce un ferviente hincha de Boca, al igual que sus suegro Mario.


Javier, que ya se anotó como el locutor-animador para la celebración del domingo, quiere ir por más. “Yo vine a vivir a Chimbas porque me casé, pero crecí en Santa Lucía. Y con mi cuñado estamos preparando hacer algo en el Vivero, para el 2 de septiembre. Eso va a ser también con colaboración de la Municipalidad de Santa Lucía. Me gusta mucho compartir y realizar actos solidarios. Pero a esto no lo hago ni por política ni porque quiero salir en una foto. Me hace muy bien ver a los niños felices”, aclaró por cuenta propia el hombre de 35 años.


Y volvió al punto de partida: “Con el accidente no sabía si iba a poder seguir haciendo esto, entre muchas otras cosas. Con la ayuda de toda mi familia, amigos y vecinos dí ese pasito para salir otra vez a la calle. Es verdad que cada tanto me bajoneo y me encierro en la pieza del fondo y ellos me dejan un rato pero después me están empujando para que vuelva a hacer cosas. Y eso le quiero decir a las personas que están en esta misma condición. No demos lástima, porque nos bajonea. Me siento útil, común y corriente. La silla no me impide de hacer cosas‘.