Su leitmotiv es transformar los espacios por donde pasa y dejar una huella que perdure en el tiempo. Y para ello explota su pasión por las plantas y el paisaje natural. Es Alberto de los Ríos, un empleado administrativo que aprovechó su hobbie y los ratos libres para embellecer el cementerio municipal de Angaco. Construyó un jardín de cactus adentro del predio. Dijo que su mayor recompensa es ver cómo con pocos recursos se puede lograr grandes transformaciones.

Alberto contó que hace algunos años trabaja en el municipio de Angaco donde prestó servicio en diferentes áreas. Dijo que hace unos meses lo destinaron a hacer tareas administrativas en el cementerio municipal y que desde que llegó se propuso cambiarle la imagen. Y se valió de su hobbie para hacerlo. "Amo la jardinería, las plantas y los lindos paisajes, y mi casa es un fiel reflejo de eso. Tengo flores y cactus por todos lados. Por eso me entristece cuando veo un lugar seco, desierto y poco vistoso. Así encontré el cementerio y me propuse cambiarle la imagen", dijo el hombre.

Comenzó a remover tierra y plantar césped y flores en diferentes espacios, pero eso no le pareció suficiente aunque comenzó a lograr ese cambio. Dijo que la gente que visitaba a sus difuntos comenzó a sacar fotos de los espacios parquizados y a felicitarlo por el trabajo realizado. Es que muchas veces los visitantes lo sorprendieron en plena tarea porque aprovechaba cada momento libre para dedicarse a ella. Esta respuesta de los vecinos lo animó a ir por más. Se propuso crear un jardín de cactus en el cementerio. Y no le costó demasiado conseguirlo. "Elegí hacerlo en el sector donde hay una gran cruz y donde descansan los restos de los difuntos que estaban en el antiguo cementerio que estaba en la villa cabecera y que fueron trasladados al actual. Allí había unos canteros vacíos que pinté y restauré para iniciar el jardín deseado", dijo.

Tras la restauración de los cuatro canteros, Alberto también se encargó de rellenarlos con tierra y de plantar 3 especies de cactus diferentes en cada uno, pertenecientes a su propia colección. Luego, colocó piedras alrededor de estas plantas para recrear un ambiente árido como en el que crecen. Ahora está abocado a mantener el paisaje logrado. "Voy a seguir cuidando el jardín y los demás espacios transformados, en mis ratos libres y sin costo alguno. Para mí la mayor recompensa es ver el trabajo que hice y sentirme reconfortado y producir esa misma sensación en la gente. Lo que hago no es pensando en mí, sino en mejorar los espacios para que los demás se sientan más a gusto", dijo el empleado.