Como en tantos aspectos de la vida, los seres humanos siempre quieren diferenciarse. Y esa premisa ha llegado incluso al nivel de patriotismo con el que cada uno luce orgulloso un símbolo sobre su pecho, cada vez que llega una fecha importante en el calendario patrio. Entonces ya no basta con las escarapelas de metal, mucho menos las plásticas redondeadas o las simples tiritas de tela de seda en los colores alusivos. Cada vez más y de la mano de los símbolos nacionales con diamantes y piedras preciosas -que empezaron a imponer las divas y otras figuras de la política argentina-, son tendencia las escarapelas bordadas.


José Dávila fue uno de los que además de por gusto personal y profesional, entendió la demanda. De hecho, buena parte de su tiempo libre -el que antes de la pandemia utilizaba para diseñar vestidos de fiesta, de novias, madrinas y cumpleañeras de 15- lo dedica ahora a bordar escarapelas y otros detalles patrióticos con piedras y elementos que aportan brillo.

Este diseñador de Alta Costura armó un catálogo que mantiene a lo largo del año y va renovando con diseños nuevos: banderitas, corazones, mariposas, círculos, mapas de Argentina, flores, tréboles, plumas ataviadas con cristales de roca, gemas, perlas de vidrio, paillets, mostacillones, canutillos y mostacillas celeste, blanca, doradas y plateadas. "Nada es pegado, se cose piedra por piedra. Algunas, depende el modelo, son más pesadas y otras más livianas. Pretendo que cada broche sea un accesorio sofisticado, que resalte y llame la atención'', define.

Aparte tiene un arsenal de besos, manitos (conocidas como de Fátima o Hamsa), elefantes, besos, tacos altos, caramelos, ramitos de flores. Algunos son prendedores (en este caso las escarapelas), pero también broches e inclusive apliques para coser y dar realce a camperas, camisas y otras prendas, especialmente del mundo adolescente. "Este tipo de accesorios son muy comunes en Europa del Este. Acá se ven en lo que usan algunas personas famosas pero no es un detalle que abunda en los negocios. Por eso, en plena pandemia, decidí incursionar haciendo broches de calidad, que den una nota distintiva a quien los lleva en la solapa de un tapado o un saco. Son una especie de "revolución'' para la escarapela que gusta mucho, que resulta sofisticado e interesante para hacerse un mimo o un regalo para alguien especial. Como trabajo en la docencia, fueron un imán y ahora tengo muchísimos pedidos aquí, en Mendoza y en Buenos Aires'', explica el creativo que se ocupa no solo del bordado sino además de la entrega de manera personal.

Dávila es mendocino (de San Rafael). Llegó hace 28 años a la provincia para hacer una suplencia como profesor de Lengua, en un secundario. Lo que inicialmente iban a ser 3 meses se convirtieron en un para siempre. Abocado a la docencia encontró una nueva vocación cuando una amiga le pidió ayuda con los bordados de unas fajas y otras prendas sencillas que eran parte de su tesis. El que no sabía ni dar dos puntadas seguidas, aprendió de su mano, los puntos básicos y esto significó un amor para toda la vida, ya que a partir de entonces nunca más dejó de bordar y querer aprender. Después siguió incursionando con un diseñador de moda al que le hacía detalles y otras personas del ámbito de la moda que fue encontrando en su camino. Recién con la compra de su primer máquina de coser -que estuvo seis meses guardada en su caja, sin abrir- aprendió los secretos de la costura para poder hacer sus propios vestidos, bordados siempre en piedras, por supuesto. Reconoce que el bordado en tela, no le resulta tan placentero por eso, casi que ni lo aplica.

Ahora, mientras borda pequeños detalles, ya empezó a rearmar su taller con vistas a concretar una próxima colección que, sin desligarse de los brillos y bordados que son su marca distintiva, será de pret a porter y se sumará a sus antecedentes de desfiles y producciones de moda para revistas nacionales o grandes eventos como el Designer Look Buenos Aires.


Muy chic

No hay negocio que venda los accesorios de José Dávila. Son a pedido, a través de sus redes sociales (se lo encuentra con su nombre en Instagram y Facebook).


Los precios van desde los 1000 pesos, monto que incluye un packaging artesanal (una bolsita de satén) como complemento fundamental para guardarla hasta la próxima fiesta patria o que también puede funcionar como envoltorio de un regalo.


Un símbolo de argentinidad

Un 18 de mayo de 1812, el Primer Triunvirato determinó que los colores azul- celeste y blanco se usaran como distintivo identificatorio para los argentinos. Así nació formalmente la escarapela nacional de lo que entonces se llamaba las Provincias Unidas del Río de la Plata. En realidad, en principio fue un distintivo para uniformar a los cuerpos del ejército que defendían la misma causa con un mismo color (y no con distintos tonalidades). El pedido lo hizo Manuel Belgrano que, entusiasmado con la medida, luego diseñó la bandera argentina con los mismos colores 


El uso de los colores patrios tiene varias versiones, Una de ellas cuenta el celeste y blanco fueron adoptados por primera vez durante las Invasiones inglesas (1806-1807) por el Regimiento de Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata. Se dice también que fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio Saavedra, jefe de los Patricios, el 18 de mayo de 1810.

Pero además, quien no creció leyendo que durante las jornadas del 21 al 25 de mayo de 1810, los patriotas identificaban a los adherentes a la Revolución de Mayo otorgándoles unas cintitas blancas en principio -aunque otros agregaron el celeste también- para identificar casacas y sombreros. Se le atribuye a Domingo French y Antonio Luis Beruti el reparto de tales cintas blancas como signo de paz y unión entre los patriotas.


Con los años, el uso de la escarapela se popularizó al punto que tres docentes motorizaron en el Consejo Nacional de Educación, celebrar el día de la escarapela en mayo de 1934. Por resolución del 4 de abril de 1941 se instituyó el 18 de mayo como Día de la escarapela en las escuelas.

Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración José Dávila