Toda la zona productiva que bordea la cordillera de los Andes se enfrenta, en mayor o menor medida, a la alta concentración de carbonatos y bicarbonatos en el agua y en el suelo. Estas condiciones de suelos con pH alto, llamados alcalinos, condicionan y limitan la absorción de agua y nutrientes por parte de las plantas. Haciendo que sea necesario incorporar más fertilizantes y además más agua.
Si sumamos a esto, en períodos de mega sequías como el actual, donde la recarga natural de acuíferos es muy baja, estas sales se concentran aun bajando más la calidad del agua para el uso agrícola.

También el agua alcalina llamada "dura" provoca el bloqueo de los sistemas de riego por incrustaciones, acortando la vida útil de los equipos y requiriendo el uso periódico de ácidos y limpiadores.

Esta semana Suplemento Verde dialogó con los ingenieros agrónomos Gabriel Enrico, María Laura Manrique y Martín Muñoz, de la firma Crisopa SRL quienes informaron que "para mitigar este efecto es común la incorporación de ácidos y/o azufre junto a los fertilizantes entre otras prácticas para contrarrestar este efecto tornando un medio más ácido (pH más bajo) donde aumente disponibilidad de nutrientes para que la planta pueda absorberlos y la aplicación de los mismos sea más eficiente".

Gabriel Enrico y María Laura Manrique, técnicos.

"Nosotros tenemos una propuesta, que denominamos "Agua Dulce de Crisopa SRL", en el que el sistema se basa en la quema de azufre en escamas de alta pureza, que produce dióxido de azufre (anhídrido sulfuroso). Este gas condensa y se mezcla con el agua a través del sistema de doble venturi formando ácido sulfuroso. A partir de este ácido sulfuroso que forma la máquina, es que se trata el agua de riego de dos maneras: 1) Por inyección de ácido sulfuroso al reservorio, con esto se trata el agua acumulada en el mismo y de ahí se riegan los cultivos con el pH corregido. Luego se quema azufre a medida que el reservorio se recarga para mantener acidificada el agua. y 2) Por inyección directa al sistema de riego, dependiendo del caudal se inyecta directamente en la cañería primaria del riego una fracción de este ácido para corregir pH y de ahí distribuir hacia los cultivos".

Inyección a reservorio, en Sarmiento, San Juan.

Los profesionales entrevistados mencionaron a este medio "en ambos casos se tiene en cuenta la calidad del agua a tratar, el tipo de dureza y cantidades que posee. Además del caudal necesario en época de máxima demanda para asegurar que toda el agua alcance a ser tratada. En base a esto se determina cual es el modelo de máquina necesario y se calcula la cantidad de azufre a quemar. Una vez tratada el agua de riego mediante su acidificación, se crea una solución de menor pH (más ácida) que elimina la dureza, es decir neutraliza los carbonatos que naturalmente poseen las aguas de nuestra zona".

Respecto a nuestra consulta de los beneficios, respondieron "mejora la infiltración del agua a través del suelo y el crecimiento radicular. También permite el desplazamiento y lixiviación de sales acumuladas con el tiempo debajo de la zona radicular; libera minerales del suelo como magnesio, potasio, fósforo, hierro, zinc, manganeso y agua que quedan disponibles para la planta, con esto se reducen costos de aplicación de fertilizantes. Además de mejorar el flujo de agua en cañerías disolviendo el sarro/carbonatos, eliminan las algas de los reservorios, reduce el costo y riesgo de uso de ácidos convencionales y es apto para agricultura orgánica".

Finalmente dijeron que llega a haber una disminución progresiva de la demanda de riego (de hasta un 15%).