El resultado de Copenhague es tan escaso que ni llega a una decisión de la cumbre. Los jefes de gobierno de una veintena de países influyentes hacen fracasar el Acuerdo de Copenhague al intentar obligar al resto de países a firmar su texto.
En la cumbre de Copenhague estaban puestas las esperanzas de supervivencia de millones de personas que han sido defraudadas. Desde los aspectos formales del resultado principal de la Cumbre hasta los contenidos, se quedan muy por debajo de las expectativas y de las necesidades de la lucha contra el cambio climático establecidas por la ciencia.
La cumbre toma únicamente toma nota del texto presentado, que: no incluye compromisos concretos y cuantificables de reducción de emisiones para los países industrializados, ni conjuntos ni individuales, ni en el horizonte de 2020 ni en 2050; no existe garantía de que la financiación de los países del Norte a los del Sur sea adicional a los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo; y deja el trabajo para más adelante a pesar de los presentes en esta ocasión eran quienes se supone que toman las decisiones en el mundo.
Esta cumbre ha marcado una forma de negociar inaceptable para la integridad democrática del proceso, tanto en relación al papel de las organizaciones sociales dentro y fuera del recinto oficial, como en relación al intento de eliminar la toma de decisiones de los países en el seno de las negociaciones colectiva y consensuadamente. Se abre aquí un corto periodo de reflexión en el que analizar si los principios de la Convención Marco: multilateralidad, toma de decisiones transparente y por consenso, y responsabilidad histórica del cambio climático, siguen vigentes.
El tiempo apremia. Un grupo de 27 países ha dejado pasar una oportunidad, que por el bien de millones de personas en todo el planeta, esperemos que no sea única. Cada día que pasa sin un acuerdo legalmente vinculante, ambicioso y justo para después del primer periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, es un día menos para construir un mundo libre de un cambio climático de consecuencias catastróficas.
Suecia: ‘Ha sido un desastre’
En la misma línea, Suecia considera que la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague ha sido un "desastre" y un "gran fracaso". Así lo ha afirmado el ministro de Medio Ambiente sueco, Andreas Charlaren.
La Unión Europea acudió a Copenhague con la esperanza de conseguir un compromiso amplio de, al menos, un 20% de recortes en emisiones de carbono por debajo de los niveles de 1990 para dentro de 10 años, pero este y otros firmes objetivos no aparecieron en el acuerdo final.
La conferencia de dos semanas de la ONU terminó el sábado con un acuerdo legalmente no vinculante para limitar el calentamiento global a un máximo de 2 grados por encima de la época preindustrial, pero no dispuso cómo conseguirlo.
Los 27 estados miembros de la UE llegaron a la cumbre con una posición unificada y con un plan para financiar recortes de emisiones en el mundo en desarrollo, con un compromiso de gastar unos 7.000 millones de euros durante los próximos tres años en ayudas a los países más pobres. Pero esos objetivos se quedaron a un lado cuando las negociaciones no consiguieron producir los avances que muchos habían esperado.
"Europa nunca perdió su objetivo, nunca, nunca se dividió ni llegó a posiciones distintas, pero por supuesto esto fue sobre todo porque otros países eran reacios, y especialmente Estados Unidos y China", afirmó Carlgren.
Reino Unido culpó el lunes a China y un puñado de países por pedir un rescate al mundo al bloquear un tratado legalmente vinculante en Copenhague, dando lugar a un juego de culpas que se ha acelerado desde que terminaron las conversaciones.
El último día de la cumbre en Copenhague estuvo marcado por un caos poco habitual en las negociaciones y los sondeos a puertas cerradas. De la delegación del primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, que partió antes, trascendió que nunca antes se había vivido una cumbre tan mal organizada.
Todo un fracaso, pese a que el presidente de Estados Unidos manifestó la disposición de su país a negociar como segundo mayor productor de gases de efecto invernadero después de China, Estados Unidos está dispuesto a asumir su responsabilidad, aseguró.
Sin embargo se busca a Obama y al ministro danés Rasmussen como responsables del fracaso de la Cumbre de Copenhague. El primero por querer imponer un texto y unas formas de negociación antidemocráticas, y al segundo por su complicidad y parcialidad como Presidente de la COP y por la represión a las organizaciones sociales, tanto dentro de la Conferencia como fuera.