Las algas son organismos fotosintetizadores de organización sencilla que viven en el agua o en ambientes muy húmedos. La utilización de las algas como fertilizante se remonta al siglo XIX, cuando los habitantes de las costas recogían las grandes algas pardas arrastradas por la marea y las aportaban en sus terrenos.
A comienzos del siglo XX se desarrolló una pequeña industria basada en el secado y la molienda de algas, pero se debilitó con la llegada de los fertilizantes químicos sintéticos.
Hoy en día, debido al aumento de la popularidad de la agricultura orgánica, se está revitalizando esta industria, pero no en gran escala, ya que el costo total del secado y transporte ha limitado su utilización a climas soleados y en lugares donde los compradores se hallan cercanos a la costa.
En 1991 se estimó que se utilizaban anualmente unas 10.000 toneladas de algas húmedas para obtener 1.000 toneladas de extractos de algas con un valor de 5 millones de dólares. No obstante, desde entonces el mercado se ha duplicado debido probablemente al amplio reconocimiento de la utilidad de los productos y a la mayor popularidad de la agricultura orgánica.
