Ornamentales y exquisitos
Plantar un naranjo, mandarino o limonero en maceta y que crezca sano no sólo es posible, sino también conveniente en lugares donde la tierra no sea adecuada, resulte problemático su riego o haya inviernos fríos.
Plantar un naranjo, mandarino o limonero en maceta y que crezca sano no sólo es posible, sino también conveniente en lugares donde la tierra no sea adecuada, resulte problemático su riego o haya inviernos fríos.
Son tan bonitos y aromáticos que constituyen una excelente alternativa como planta ornamental y además con ese extra que suponen los frutos, su tupido follaje y su fragancia cuando salen flores. Todas ellas son características muy atractivas que se suman a la facilidad de su cultivo en maceta, habiendo además especies enanas que se adaptan con mayor facilidad.
Ventajas como la elección de la tierra, el mayor control del riego y poder protegerlos mejor en invierno se suman a la posibilidad de buscarles una ubicación donde mejor luzcan, bien sea en el interior, un balcón, terraza, jardín, galería, o a la entrada de tu hogar. Consejos útiles para tener presente:
Una tierra que drene
Asegurar un buen drenaje es fundamental para estos árboles, razón por la que la tierra arcillosa no les resulta adecuada. En la maceta (por ejemplo de unos 45 cm. de diámetro por otros tantos de alto), afortunadamente, podemos elegir la proporción adecuada de distintos tipos de tierra.
Aunque no son exigentes en cuanto a tierra, sí conviene que ésta drene, huyendo de los suelos arcillosos y buscando aquellos más permeables, ligeramente ácidos (pH 6 -6,5). En la maceta se debe añadir tierra mezclando dos tercios de tierra negra o compost, un tercio de mantillo y arena gruesa, así como gránulos en el fondo para que drene.
Riego y fertilizante regulares
El riego en maceta, mejor si es con agua de lluvia recogida, en lugar de agua del grifo, no ha de ser tan abundante como en el suelo y lo haremos coincidir con el abono soluble. Evitaremos encharcar la maceta cuando reguemos y la frecuencia puede ser de dos veces por semana en verano y una en invierno. Tengamos en cuenta que en macetas las raíces están cerca de la superficie, con lo que no debemos dejar que el sustrato se seque.
Por su parte, el abonado puede realizarse tres veces al año, desde la primavera hasta el otoño. Básicamente, necesitan fertilizarse antes de la floración, en junio y en septiembre. Aplicaremos un fertilizante especial y en el suelo añadiremos materia orgánica en otoño para mejorar la calidad del suelo.
Buscar refugio durante el invierno
En efecto, cultivar estos árboles en macetas permite buscarles refugio durante el invierno. Para ello, o bien se cambian de lugar, idealmente a espacios interiores donde no les falte la luz, sacándolos al sol a las horas centrales del día, si fuese posible.
En todo caso, es importante que no sea un lugar demasiado caluroso, tener la calefacción apagada y orientado al Sur y junto a las ventanas, ventilando de vez en cuando en caso de no sacarlos. Lo importante es evitar temperaturas propias de las heladas y buscar lugares donde éstas no sean inferiores a los cero grados. En particular, hay que cuidar con esmero los árboles más jóvenes.
Otra posibilidad consiste en colocarles una especie de abrigo que permita que transpire la planta, al tiempo que pueda pasar la luz. Se trata, en suma, de tapar con una tela fina microperforada que se comercializa específicamente para resguardar a las plantas de las heladas, bien sobre el frutal o utilizando una estructura tipo bastidor.
Más vulnerables al sol y al viento
Los cítricos cultivados en macetas se secan y congelan con más facilidad que los plantados en suelo. Por lo tanto, aprovechemos su movilidad y menor tamaño para poder moverlos o taparlos cuando las temperaturas vayan a acercarse al cero. Su temperatura óptima está entre los 17 y los 28 grados centígrados.
Igualmente, aunque son subespecies tropicales, es importante tener en cuenta que el sol y el viento les afectan más fácilmente a la hora de programar la frecuencia de riego o, por ejemplo, temporadas especialmente ventosas. El viento, en concreto, propiciará la caída de los frutos y el manchado en las hojas.
Qué hacer con las plagas
Las plagas de los cítricos incluyen moscas blancas, pulgones, ácaros o cochinillas. Si no queremos usar insecticidas pulvericemos las hojas con agua con jabón o aceite vegetal. Por último, si hacemos las cosas bien y nuestro cítrico crece de forma adecuada, al cabo de dos o tres años podría necesitar una nueva maceta.
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