Señor director:


La Declaración Universal de los Derechos Humanos ciertamente no ha impedido numerosas guerras desde entonces, y tampoco impidió que el totalitarismo comunista se impusiera en muchos países. Y a pesar de todos los avances económicos y sociales experimentados, persisten secuelas y mutaciones de aquellas ideologías. No sólo eso, muchos de los principios de aquella Declaración se ven hoy desgastados y vaciados de contenido por un nihilismo que no reconoce el fundamento de la dignidad humana. No basta una Declaración formal si ésta no arraiga en la experiencia viva de la gente. Por eso se apela en la actualidad a los jóvenes de todo el mundo para que testimonien el valor sagrado de toda vida humana y coloquen su dignidad y sus derechos en el centro de sus proyectos de transformación social y política.

Domingo Martínez
DNI 7.124.659