Viví 4 años de inmensa felicidad, juro que fue inmensa, el amor era de ida y vuelta, sincero, de esos que se encuentran solo una vez en la vida. Un arranque de ira me llevó a matar lo que había. Sin razón válida que soportara mis argumentos (lo aceptó y hoy lo comprendo) herí el alma de quien más me había amado. Así comenzó mi infierno, el infierno al que yo misma me arrojé y del cual después no encontré salida. 

Con un mensaje de texto le confirmé que lo dejaría solo, solo en uno de los momentos más difíciles de sus existencia. Realmente no era lo que quería, pero mi "berrinche" pudo más. 

Los meses siguientes fueron un ir y venir de excusas de mi parte, pero las palabras crueles ya se habían dicho y él no podría olvidarlas. Vino el debacle de nuestra relación. 

Lo que siguió en la historia fue el engaño, aturdido entre lo que pasaba (es lo que me argumentó y no por ello lo justifico) buscó a otra mujer, terminamos. Pasé de ser la esposa a convertirme en la ex. 

Necesité ayuda profesional, no pude con la culpa, tampoco con el dolor de su traición, pero yo di el primer zarpazo cuando de su parte solo había recibido comprensión, buenas palabras, compañía, apoyo, lealtad y sobre todo amor, mucho amor. 

Después de varias sesiones con la psicóloga llegue a la conclusión que una relación es de dos. Mis errores como esposa fueron cuatro.

Que razón tienen al decir que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Yo lo alejé con mis palabras, él me perdió con su engaño. 

1. Lo herí

Creí que el amor tenía que ver con la honestidad, pero todos sabemos que la verdad duele. A medida que comenzamos a estar más cómodos con nuestra relación, dejé de intentar decir las cosas de forma amable. Hablaba mal de él con mis amigas, mi madre y mis compañeros de trabajo todo el tiempo “¿Puedes creer que no hizo esto?” Y “¿Por qué hizo ESO?”

2.  No me preocupe por discutir de manera adecuada, como debe hacerse con quien amas

 

En vez de aumentar su autoestima, la pisotee. A menudo me quejaba de cómo hacía las cosas, solo porque no las hacía a mi manera. Le llamé niño cuando la que se estaba comportando inmadura era yo. A medida que nuestro matrimonio se quebraba, encontraba que continuamente miraba sus errores y faltas para justificar mi superioridad. Al final, no tenía respeto por él y me aseguraba que él lo supiera y lo sintiera todos los días.2.  No me preocupe por discutir de manera adecuada, como debe hacerse con quien amas

Sé que suena extraño sugerir que existe una forma adecuada de discutir, pero la verdad es que si existe. Usualmente mantenía la paz en nuestro hogar manteniendo mi boca cerrada cuando había cosas que me molestaban. Como podrás imaginar, todas estas cosas pequeñas me volvían loca y me convertían en un volcán de ira que ocasionalmente hacía erupción de forma desproporcionada. Y por ira, me refiero a ira así como se define clínicamente. Cuando todo volvía a la calma, justificaba mi coraje diciendo que una mujer tiene un límite para las cosas que puede soportar. Cuando miro hacia atrás, era una persona que realmente daba miedo durante esos episodios.

3. No estuve ahí para él cuando me necesito

 

Le di la espalda y a quién le gusta que lo dejen solo. 

4. No valoré todo lo que él hizo por mí y le di más valor a sus errores

Siempre puse en primer lugar todo lo que yo pensaba que él hacía mal. No lo valoré como se debe valorar al amor de nuestras vidas. Me preocupé más por hacerle ver sus faltas que agradecer sus detalles, y miren que eran muchos y no hablo de regalos sino de sus esperas, de su tiempo, sus flores, sus cartas y hasta del simple acto que representaba el que llegara temprano del trabajo todos los días o las salidas a caminar al parque. 

Escribo esto no porque espere que él regrese, nos lastimamos mucho, lo hago para que otras mujeres no cometa estos mismos errores.