Al comenzar la primavera, básicamente durante las primeras semanas, el cuerpo debe acostumbrarse al alargamiento de las horas de sol y a los cambios bruscos de temperatura y sensaciones térmicas. Este proceso hace que se vuelva común y habitual sentir cierta debilidad y cansancio, dos manifestaciones que se conocen como "astenia primaveral". Esta sensación de fatiga no es grave, pero reduce notablemente la capacidad para realizar cualquier tarea, por lo que conviene anticiparse a la situación. Si no se ha hecho, hay fórmulas de combatirla. Mantener una adecuada alimentación es clave porque ayuda a fortalecer el sistema inmune y contrarrestar la carencia de vitamina D.
-El desayuno, consistente
Las sustancias excitantes como el café o el té se pueden sustituir por los equivalentes sin cafeína o por preparados solubles a base de cereales (malta, achicoria). Los alimentos como el pan y sus derivados (galletas, cereales, pan tostado, de molde) son básicos.
Es mejor optar por los integrales que aportan más fibra y mayor densidad nutritiva.
Añadir el consumo de una fruta fresca como las frutillas, ricas en vitamina C, sirve para compensar parte de las necesidades vitamínicas que se han visto aumentadas. La ingesta de un jugo de cítricos diariamente asegura un aporte de vitamina C muy necesario para evitar los resfríos de comienzo de estación.
-Las comidas, muy verdes
Comenzar cada comida con una ensalada variada es una buena elección. Continuarla con verduras frescas y legumbres hará que los alimentos proteicos (carnes, pescados o huevos) sean el mejor complemento. Y terminar o comenzar las comidas con una ración de frutas es todo un acierto.
El café de la sobremesa encuentra un sustituto más acertado en las infusiones digestivas o relajantes.
La hora de la comida debe ser un momento en el que las verduras y los vegetales deben reinar, ya que es necesario mantener el organismo depurado mediante la fibra que estos alimentos brindan, así como las vitaminas para poder hacer frente a las alergias de la primavera.
Se pueden comer a través de ensaladas, purés o cocidas.
-Cenas, ligeras y tempranas
Las cenas pueden ser más ligeras que en invierno, pues se necesitan menos calorías ya que las noches no son tan frías. Se deben tomar al menos dos horas antes de acostarse para que la digestión no interfiera con el sueño, y éste pueda ser reparador. Una cena a base de un caldo vegetal o un puré, una ensalada completa junto con un postre constituye una alternativa saludable para varios días. Se puede preparar una sabrosa, exquisita y nutritiva ensalada a base de hojas de lechugas diversas, escarola, arvejas, espinacas, cebolla, pepino, ajo espolvoreado, zanahoria, remolacha, tomate, espárragos y vegetales germinados.
Cuanta más variedad de hortalizas y verduras incluya la ensalada mayor es la riqueza nutritiva, y esto se traduce en mayor vitalidad y energía. Como complemento del aliño, la levadura de cerveza, las semillas de sésamo u otros complementos dietéticos, además de enriquecer en vitaminas y minerales los platos, proporcionan agradables sabores.
Si se puede y se desea es posible acompañar las ensaladas con una ración de proteínas ligeras como el pescado.
-Beber agua y "picotear" entre horas
Mantener el cuerpo bien hidratado es fundamental para contribuir al buen desarrollo de las distintas funciones orgánicas. De esta manera, se favorece la función renal e intestinal y el organismo no se sobrecarga de sustancias de desecho. Disponer de una botella de agua en un lugar fresco y bien visible es la mejor forma de obligarse a tomar la cantidad de agua necesaria. Esto se puede complementar con infusiones y jugos de frutas y hortalizas.
Otra alternativa de comidas entre horas pueden ser frutos secos, un sandwich de pan integral con verduras, ensalada de frutas, yogur, batidos de fruta y leche, etcétera.
No obstante, en ocasiones el consumo de una dieta variada no es suficiente, y es preciso recurrir a un aporte vitamínico o a un mineral complementario, pero esto siempre debe hacerse bajo el asesoramiento de un profesional de la salud.
