Las duchas italianas llegaron para quedarse y cambian la forma en la que pensamos el baño de casa. Cada vez más personas eligen este diseño abierto y minimalista, que deja atrás las mamparas y las bañeras tradicionales para ganar en comodidad, limpieza y espacio.

A diferencia de las duchas convencionales, la italiana es un espacio abierto, a ras de suelo y sin escalones ni barreras. Esto no solo suma puntos en lo estético, sino que también facilita el acceso y da una sensación de amplitud que se nota, sobre todo, en baños chicos donde cada metro cuenta.

Más fácil de limpiar y sin complicaciones

Uno de los grandes problemas de las mamparas es la acumulación de sarro y restos de jabón en los perfiles y cristales. Con la ducha italiana, eso queda en el pasado: no hay vidrios ni marcos que limpiar, solo una superficie lisa que se mantiene impecable con una pasada rápida.

Además, al estar nivelada con el piso, el agua se escurre fácil por un desagüe lineal o central, al evitar charcos y resbalones. La seguridad y la practicidad van de la mano en este tipo de duchas.

Diseño que se adapta a todos los gustos

Las duchas italianas no solo son funcionales, también se adaptan a cualquier estilo. Se pueden revestir con piedra, microcemento, cerámica o gres, y permiten jugar con los materiales y los colores para lograr un baño moderno o clásico, según el gusto de cada uno.

La integración visual es total: el baño se ve más grande y ordenado, y la ducha se convierte en un espacio cómodo y relajante.

Accesibilidad y confort para todos

El diseño sin barreras de la ducha italiana es ideal para personas con movilidad reducida o familias con chicos. Entrar y salir es mucho más fácil y seguro, sin obstáculos ni escalones peligrosos.