La anunciada decisión de la ex Presidente Cristina Fernández de aspirar a la vice Presidencia acompañando a Alberto Fernández para las elecciones generales de fines de este año, ha traído a la discusión recuerdos del año 1973. En aquél 11 de marzo se consagró en las urnas la dupla Cámpora-Solano Lima por el FREJULI, Frente Justicialista de Liberación, una alianza de partidos que encabezaba el PJ. Asumieron el 25 de mayo y la primera medida fue liberar todos los presos de la cárcel de Devoto, algunas eran políticos pero la mayoría delincuentes comunes. 

Hay una similitud posible de aquél hecho con el caso actual de ‘renunciamiento‘ de Cristina, para la cual no tenemos otra cosa que nuestra imaginación porque ningún dato o trascendido ha aparecido hasta ahora para confirmar este supuesto propósito.

Apenas regresado Perón en persona en el mes de junio del 73, se obligó a renunciar tanto a Cámpora como al vice Solano Lima, se mandó de viaje al exterior al Presidente Provisional del Senado, el pusilánime Alejandro Díaz Bialet siguiente en la línea de sucesión por acefalía, para que pudiera asumir un ‘leal‘, el diputado Raúl Lastiri, presidente de la cámara baja con la obligación constitucional de llamar en tiempo perentorio a nuevas elecciones que, como se sabe, ganó Perón en septiembre junto a su esposa, María Isabel Martínez.

¿Lastiri era hombre de Perón o de la rancia historia justicialista? No, era el yerno de López Rega quien luego, desde el Ministerio de Bienestar Social, se transformaría en el real hombre fuerte en sociedad con Isabelita, creador por otra parte del grupo parapolicial conocido como ‘las tres A‘ Alianza Anticomunista Argentina.

Una analogía supondría que, siguiendo aquél ejemplo, se debería hacer renunciar a Alberto Fernández no bien asumido para que lo reemplazara Cristina. Una jugada algo obvia pero que ya demostró su eficacia, ahí si valdría comparar el viejo ‘Cámpora al gobierno, Perón al poder‘ por ‘Alberto al gobierno, Cristina al poder‘.

No obstante hay algunas diferencias grandes respecto de aquél hecho. Para empezar, Perón había sido proscrito indirectamente por una norma electoral que exigía la permanencia en el territorio de los candidatos desde cierta fecha, algo que si bien la Constitución Nacional prevé, se dictó para evitar ambigüedades legales. El general residía en Madrid desde más de 15 años.

Ergo, no pudo ser candidato a la hora de cierre de listas. Perón vino poco después de aquél plazo como para demostrar claramente que no estaba dispuesto a aceptar condiciones. En nuestro caso, Cristina no tiene motivo alguno que le impida presentarse porque solo se lo impediría una condena firme en alguna de las causas que tramitan en su contra en Tribunales, algo que, de ocurrir, lo sería muy fuera de los plazos para este comicio.

Por otra parte, en aquél momento se trataba de recuperar la democracia y el enemigo-adversario, contra el cual se votaba era un gobierno de facto encabezado políticamente por el Gral Lanusse quien intentó crear el GAN, Gran Acuerdo Nacional, que llevó la fórmula Martínez-Bravo. Llama a risa el lema ‘político‘ con el que se intentó instalar al Brigadier Ezequiel Martínez (el vice no era otro que nuestro Leopoldo Bravo), ‘el Presidente joven‘.

Del otro lado estaban las imágenes virtuales del Che Guevara, los curas del Tercer Mundo hasta el auge del maoísmo, es decir, cosas ideológicamente muy fuertes. Como alternativa al peronismo sólo quedaban los radicales de Balbín, heridos por la presencia de Arturo Mor Roig, hombre de sus filas, nada menos que en el Ministerio del Interior de los militares. Cerrando, no se advierte razón por la cual se deba acudir a algún truco como el realizado en el 73 porque nada impide que la propia Cristina sea candidata ni hay enfrente un gobierno ilegítimo al que se justifique derrotar de cualquier forma. Por lo tanto no nos parece válido comparar dos hechos que tienen similitud pero también grandes diferencias.