Casi 400 kilos de cocaína escondidos en valijas fueron encontrados en la embajada de Rusia en Buenos Aires. El alerta lo dio el propio embajador, Viktor Koronelli, que ocupa ese puesto desde 2011. El cargamento estaba listo para ser embarcado en un vuelo diplomático que iba a transportar una mudanza. Pero el dato sirvió para entramar una investigación con tintes cinematográficos y el resultado fue la detención de al menos cuatro personas, una de ellas un policía de la Ciudad que incluso cumplía tareas de seguridad dentro de la Embajada de Rusia en Buenos Aires. Hay un prófugo y no se descartan más detenciones.

El embajador alertó el 14 de diciembre de 2016 al Gobierno de Argentina que había encontrado 389 kilos de cocaína repartidos en 360 paquetes en 12 valijas en el colegio de la representación diplomática de Rusia en la ciudad de Buenos Aires.

Se desplegó una investigación en la que se hicieron escuchas telefónicas, tareas de inteligencia y un plan para cambiar la droga por harina. Se colocó un GPS en las maletas y se rastreó el cargamento hasta que cayeron los cuatro sospechosos, dos en Argentina y dos en Rusia, mientras que una quinta persona prófuga es buscada en Alemania.

Cuando Koronelli advirtió la irregularidad, dio aviso al gobierno argentino y a partir de allí el Ministerio de Seguridad trabajó en conjunto con su par soviético, la Policía Nacional de aquel país y Gendarmería.

Uno de los prófugos, identificado en la investigación judicial como el señor "K", fue rápidamente individualizado por empleados de la embajada rusa en Argentina. A partir de allí se tejió la maniobra para hacer caer a la banda.

Tras el entrecruzamiento de llamados y la revisión de contactos anteriores del señor "K", se logró determinar que sus cómplices eran Ali Abyanov, contador de la embajada hasta julio de 2016 (está apuntado como el encargado de ingresar las valijas al edificio), un ruso nacionalizado argentino llamado Alexander Chikalo, y un subinspector de la Policía de la Ciudad (ingresó a la Fuerza en 2013), identificado como Iván Blizniouk.

La logística de los investigadores fue dejar correr la situación, pero intervenir las valijas para plantar una trampa a la organización. Cambiaron la cocaína y colocaron el mismo peso exacto (389 kilos) de harina. Además, instalaron varios sistemas de rastreo satelital (GPS) en las valijas. Mientras el vuelo diplomático llevaba la "carnada" a Rusia, la lupa se posaba en los personajes en cuestión.

Las transcripciones de las escuchas no dejan dudas del accionar de la banda, que aún podría tener más integrantes. No sólo había contactos entre Argentina y Rusia, también se marcaron contactos en personas en Alemania y en los Países Bajos.

Se pudo confirmar que antes de optar por el viaje diplomático, se evaluaron dos opciones. Meter las valijas en un vuelo privado, con la necesidad de transportar la droga en un vehículo diplomático hasta la base aérea en cuestión.

Iván Blizniouk. subinspector de la Policía de la Ciudad desde 2013, fue detenido por el tráfico de cocaína a través de la embajada rusa en Argentina.


La otra alternativa era cargarlas en un viaje de cadetes, presuntamente de la Policía de la Ciudad, que viajarían para recibir capacitación en Rusia.

Blizniouk, detenido ayer a la madrugada en Ezeiza al llegar de un vuelo de Roma junto a su novia, trabajaba en el instituto de formación de la Policía de la Ciudad y era oficial de enlace con sus pares de Rusia, China y México. Ese cargo, y su excelente manejo del idioma ruso, le permitieron ser un eslabón clave en el armado del envío. Para los investigadores, Chikalo se convirtió en su aliado en Argentina, tras el regreso a su país del contador Abyanov.

Finalmente, las valijas fueron en la mudanza y al llegar a Rusia permitieron identificar a los otros puntales de la banda. La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, destacó que "no hubo filtraciones" y durante un año se pudo "mantener en secreto" la investigación.

Sin embargo, aún quedan cabos por atar y prófugos por capturar. Uno, clave, el jefe de la banda, el que mayor interés tenía de poner en Rusia los 389 kilos de cocaína de máxima pureza.

Se trata del misterioso señor "K".