La novela de idas y vueltas que tuvo como protagonista al financista Ernesto Clarens acaba de tener el final que él esperaba: tras varias negativas por considerar que el aporte de información que hacía para la causa de los cuadernos era insuficiente, este jueves al mediodía el juez Bonadio finalmente homologó el acuerdo de Clarens con el fiscal Stornelli, que lo convierte -ahora sí- en otro "imputado colaborador" en al causa de los cuadernos.

Pese a que había declarado dos veces con Stornelli, a Bonadio no lo convencían los datos aportados por Clarens, a quien consideraba reticente. La semana pasada, esta mirada también había ganado el ánimo del fiscal, que anuló el primer acuerdo firmado con el financista y el viernes pidió su detención. Tal vez la amenaza cierta de terminar preso aflojó la memoria del acusado, que esta semana volvió a declarar con Stornelli y llegó a un nuevo acuerdo con él. Esa confesión es la que acaba de aceptar Bonadio, cuya firma era necesaria para que Clarens se incorporara al nutrido club de los arrepentidos.

La causa de los cuadernos investiga una estructura de sobornos que durante el gobierno kirchnerista, eran recaudados de empresas contratistas del Estado, una maniobra "montada desde el Gobierno" que -según los números que analiza la Justicia-, llegó a mover en fondos ilegales más de 200 millones de dólares. Para las operaciones, se utilizaron financieras y diversas empresas. Ése debe ser el aporte más esencial que Bonadio esperaba de Clarens.

Juez Bonadio.

El juez quería tener sobre su escritorio datos precisos sobre operaciones financieras, información sobre cifras que fueron parte de la maniobra investigada, cuentas utilizadas y responsables no sólo de mover los "fondos ilegales sino también cómo se distribuían las órdenes", para dar orden a la estructura que habría permitido "exteriorizar millones de dólares".

La Justicia también investiga la relación de Clarens con José López. Este último, aceptado como "arrepentido", señaló que como ex secretario de obras públicas era el responsable de recaudar dinero de las contratistas del Estado que recibían obras de infraestructura.

El rol de Clarens era más complejo: lo que cobraban de las empresas de la construcción era convertido a dólares “en sus propias financieras y de allí lo sacaban del país”. López “hacía más la cobranza”, el financista K “armaba la estructura financiera para exteriorizar millones de dólares”. Según pudo saber Clarín, la comisión que cobraba Clarens por estas operaciones iban del 6 al 10%, y parte de ese dinero lo sacaba hacia Uruguay.

El financista K realizó 91 viajes relámpagos a dicho país en barcos privados, que se intensificaron en 2008 mientras seguía operativa, más que nunca, su financiera Invernes SA, investigada en "la ruta del dinero K" por lavado de dinero y ser funcional a Báez para el blanqueo de dólares.

Fuente: Clarín.