El buque Seabed Constructor amarró en el puerto de Ciudad del Cabo y luego de recibirlo el capitán de navío Gonzalo Prieto, agregado de Defensa en Sudáfrica, se focalizó en la tarea que le fue asignada. Un día antes le había dicho a Clarín: “Sabrán disculparme, pero yo debo acompañar todo el proceso de descarga de la información, casi no podré separarme de esa responsabilidad”. Y así pasó. Desde las 7 de la mañana del jueves, hora en que subió a la embarcación de bandera noruega, Prieto prácticamente no bajó. Lo hizo una sola vez, para saludar a los enviados de este diario y participar de la “foto de familia” con los veedores argentinos que participaron de la búsqueda del submarino ARA San Juan. De inmediato, volvió a lo suyo: seguir in situ la carga de cada disco rígido externo y custodiarlos hasta que partan a Buenos Aires.

Es el “oro” que trajo el barco de Ocean Infinity hasta este destino remoto. Las 67 mil imágenes del submarino argentino hundido. Y una batimetría (un estudio de relieve) bastante precisa del fondo marino, que fue barrido por la expedición. Los famosos datos que deben, según establece el contrato, ser entregados al Gobierno Argentino en su totalidad. Sólo así, la compañía podrá cobrar los 7 millones de dólares que le corresponden. El mismo contrato también establece que no puede haber ni siquiera un “backup”. Dice Prieto, ante a consulta de Clarín: “Se acordó con la empresa que una vez asegurada la lectura de los datos en la Argentina, la información será destruida una vez dada la orden”. En la misma línea se pronunció desde Buenos Aires el Ministro de Defensa, Oscar Aguad: “No pueden quedarse con nada, es una condición para que cobren su trabajo”.

Según Prieto, la información recogida alcanza los 20 terabytes, una unidad de medida informática que describe uno de los máximos volúmenes posibles de almacenamiento. Son mayormente secuencias de fotos y filmaciones en HD realizadas en todo el área donde están esparcidos los restos del submarino. No es un espacio inmenso, sino cuatro cuadrículas de 60 metros por 60, sobre un suelo levemente acanalado posiblemente por el impacto del casco de la nave. El proceso de descarga podría terminar este sábado. Y luego resta definir cómo será el viaje de los datos a la Argentina. La información debe llegar sin escalas de ningún tipo, más allá de las aéreas, a manos de la jueza de Caleta Olivia, Marta Yañez. El plan, hasta ahora, es que sean los mismos observadores de la Armada y representantes de las familias lo que trasladen las información. Su fecha de regreso al país está prevista para el martes 3 en un vuelo Qatar Airways, vía Doha.