La dirigente social Milagro Sala cumplió ayer un año en prisión y esa fecha encuentra a su organización, la Tupac Amaru, con menos poder y recursos que 12 meses atrás, algo que queda en evidencia apenas se recorre la capital jujeña.

Pedro Zabala es peón de un taxi en la congestionada capital provincial. El año pasado trabajaba 9 horas para juntar $500 diarios y vivía bien, dice. Este año sigue juntando $500 por jornada y no le rinden igual, pero sobre todo extraña cuando la gente de la Tupac estaba activa. 

‘Entregaban los bolsones de comida en los barrios con los taxis, así que cuando terminaba el día sumaba esa changuita’, recuerda. 
La declinación del poder de Tupac Amaru, una organización a la que el actual gobernador, el radical Gerardo Morales, define como ‘una verdadera máquina paraestatal‘ en el manejo de los recursos y poder, se nota también en El Cantri, el barrio de viviendas dominado por Sala donde estaban la mayoría de sus emprendimientos.

Milagro Sala está encarcelada en Jujuy acusada de ‘extorsión y fraude al Estado’.

La fábrica metalúrgica y la de bloques para construcción dejaron de funcionar, y sólo persiste la textil, aunque muy reducida. Los puestos sanitarios y las escuelas de la organización quedaron bajo el manejo de la provincia, o en algunos casos de los propios empleados que formaron cooperativas, y los lugares de esparcimiento, como el centro cultural y las piletas, ya no funcionan.

El mes pasado, la calma del barrio se vio alterada con la visita del gobernador Morales entregando escrituras. ‘Ahora la casa es de ustedes y ya nadie se las puede quitar, no importa cómo piensen‘, dijo Morales en su discurso.

El encargado de llevar adelante el plan de escrituraciones es su hermano, Walter Morales, presidente del Instituto de la Vivienda de la provincia. Ya se completaron 600 trámites pero hubo demoras. 

Hoy la Tupac Amaru no construye casas como antes, pero algunas de sus cooperativas socias siguen adelante. Hasta ahora sólo la mitad de las más de 250 cooperativas preexistentes pasó los requisitos de blanqueo y bancarización que el nuevo gobierno les exige.

Una de las que sigue trabajando es la Organización de Desocupados Independientes de Jujuy (ODIJ) exaliados de Sala.
En la Navidad del año pasado, José Luis Bejarano, titular de ODIJ, abandonó el acampe contra Morales organizado por Sala, su aliada por 8 años.

‘Ella me dijo que iba a resistir porque no entregaba la dignidad de su gente, pero yo le contesté que a ella no le importaba la dignidad, sino no perder su poder‘. 

Bejarano denunció en la Justicia que esa noche le apuntaron a su hija con un revólver y la enviaron con una amenaza de muerte para él, por ‘traidor‘. ‘Yo no digo que todo lo que ella hizo está mal, pero su método era la violencia‘, se distanció.

Según datos oficiales de la provincia, Jujuy tiene 700.000 habitantes, pero solamente 55.000 trabajan en la actividad privada. Hay 85.000 que son empleados del Estado, y 100.000 que reciben algún tipo de asistencia social.

Más allá de números, para los seguidores de Sala y otros que subsistían gracias a los recursos de la organización, el Estado todavía no ocupó el lugar de actor económico y social que tenía la Tupac Amaru, y reclaman por eso.

Karina Martínez vive con su marido y sus hijos en un barrio de la Tupac en Ciudad Nueva, en Perico, a 30 km de la capital. Trabajaba en un puesto sanitario de esa organización (cobraba $4.500 por media jornada) pero se quedó sin trabajo. Su marido es empleado municipal, pero los $10.000 de sueldo ya no duran hasta fin de mes.

‘Estamos mucho peor que hace un año, ahora muchos de los que construían casas para la Tupac buscan changas, muy pocos consiguieron trabajo‘, afirma.

Para otros sectores, en cambio, el giro fue positivo. Uno de ellos es Jorge Flores, que denunció que cuando abandonó a Sala para irse con el líder piquetero Perro Santillán recibo persecuciones y amenazas, hasta que un día integrantes de la Tupac Amaru lo esperaron en las propias oficinas del Ministerio de Desarrollo Social provincial.

Según relató en la Justicia, Sala entró a buscarlo con la Policía, lo metieron preso y al otro día se enteró que le había abierto una causa por robo a mano armada. ‘Ahora no hay más impunidad y la Justicia puede trabajar‘, sostuvo.