El próximo 27 de abril se producirá el primer encuentro personal entre el Presidente de los Estados Unidos  Donald Trump y el Presidente de la Argentina Mauricio Macri, un primer encuentro que marcará la agenda de ambos dirigentes y que impactará no sólo en la Argentina sino también en la región. 

 


Donald Trump lleva pocos meses  en la Presidencia, todavía no logra acomodarse en la Casa Blanca pero ha demostrado reiteradas veces que es un Presidente muy particular. Llegó sin ataduras políticas, sin deber favores a los empresarios ni a la prensa,  no viene de la clase política, tan es así que este cargo es su primer cargo público. Esto tiene un primer impacto en cómo se tiene que ir adaptando al nuevo entorno, dado que la política tiene su propio lenguaje, sus propios métodos, sus reglas  de juego, que  no tienen nada que ver con el leguaje empresario, con la forma de comunicarse en  la empresa privada, además Donald Trump ganó con una impronta personal muy fuerte y un discurso muy nacionalista buscando una economía cerrada anti globalización.

 


Mauricio Macri tiene en común que también viene de la empresa privada, conoce el mismo lenguaje,   empezó a conocer el mundo político cuando fue intendente de la Ciudad de Buenos Aires por 8 años. Macri gana con nuevas ideas,   llega a ganar  como una reacción del electorado en contra del populismo  latinoamericano, algo totalmente novedoso tanto para los argentinos como para los extranjeros.
Macri estará unas muy escuetas 24 horas en los Estados Unidos, su agenda es muy apretada. Tiene acordada una visita al Capitolio, un encuentro con legisladores republicanos y demócratas, la perla del viaje es el almuerzo con el Presidente  Trump  y esta a la espera poder acordar una reunión con el ex Presidente demócrata Jimmy Carter, un ex presidente  que condicionó la represión ilegal del Proceso Militar.      
El Presidente Macri viaja acompañado por el jefe de gabinete Marcos Peña, por la Canciller Susana Malcorra y el Secretario de asuntos Estratégicos  Fulvio Pompeo quienes ya tienen en agenda una visita al Capitolio y una reunión en la US Chamber, que representa al poder económico de los Estados Unidos.

 


Peña, Malcorra y Pompeo tienen su propia agenda y les falta terminar de acordar las reuniones con el Departamento de Estado, la Secretaría de Comercio, el Fondo Monetario Internacional,  el Banco mundial. Además, es intención del Presidente Macri que estos funcionarios incluyan en su recorrido a los principales Think Tanks de Washington para explicar los planes políticos y económicos del Gobierno.

 


La reunión entre Trump y Macri, en término oficial,  no será una visita de Estado y eso significa que no hay encuentros formales de los gabinetes de ambos países pero sí está programado un almuerzo a solas, a pocos metros del salón Oval. El tiempo que han dispuesto para la comida es breve, sólo   90 minutos,  dentro de  una jornada de trabajo, por lo que la misma será una comida liviana entre las reuniones que mantendrán ambos. Los temas de agenda son: la relación bilateral entre los EE UU y la Argentina, la influencia de China en la región, que viene avanzando a pasos agigantados, (entre esos temas está la Base militar china que se encuentra en el sur argentino, el avance chino en Latinoamérica,  las compras de empresas, etc), los acuerdos secretos  sobre Seguridad e Inteligencia, la situación de Venezuela, entre otros.


El almuerzo entre Trump y Macri si bien es frugal y breve es una oportunidad para ambos dado que Trump no tiene en América Latina un interlocutor regional. Brasil, que puso soldados a luchas con los aliados en la segunda guerra lideró la región desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial pero su situación actual es un caos político sin precedentes  y  tiene a toda la clase política brasilera sospechada por Lava Jato. México, que era  el principal socio Latinoamericano  de los EE UU, tiene la antipatía de Trump generada por la inmigración ilegal, los pandilleros y el problema del narcotráfico. Y  si miramos el panorama de los actuales presidentes latinoamericanos, en Colombia gobierna Santos que se ha entregado a las Farc (el ex Presidente Álvaro Uribe actualmente es senador de la oposición). En Chile Piñera también se fue de la presidencia y gobierna Bachelet que es ideológicamente  de centro izquierda.   En Brasil el Presidente Temer está gravemente sospechado de corrupción  y con una  Venezuela a punto de estallar, por lo que, en este contexto,  de pronto se le abre una oportunidad a Macri: ubicar a la Argentina como referente regional del cambio de paradigma para  sacar a la región de los populismos y la izquierda regresiva.

 


 Los negocios de los Estados Unidos con Argentina son, actualmente,  mínimos, pero Macri necesita que Trump le respete los acuerdos firmados por Barack Obama, ya que Trump le trabó la venta de limones argentinos y consintió una demanda americana  contra el bio diesel nacional, que es la principal exportación de Argentina a los Estados Unidos, y dejar el marco de un nuevo acuerdo para mejorar la relación comercial y de inversiones. El Presidente Macri necesita además saber  qué piensa Trump de la relación con China antes de que Macri viaje  a Pekín. 

 


Los antecedentes de Trump como anfitrión son malos, hace pocos días  maltrató a la Canciller de Alemania Ángela Merkel cuando lo visitó en la Casa Blanca. Trató fríamente y con distancia a la primera Ministra británica  Theresa May a quien no conocía. En cambio con la familia Macri Trump tiene una vieja relación personal que alguna vez fue comercial, actualmente  empañada porque el gobierno argentino apoyó abiertamente a la candidata demócrata Hillary Clinton,  pero el hecho de  conocerse desde antes, de la actividad privada y haber realizado negocios conjuntos puede servir para acercar posiciones  ya que los desafíos que tienen ambos presidentes  en sus gestiones los vuelve a unir.

 


En los Estados Unidos ven como una rareza que el pueblo argentino haya votado a un Presidente que no sea peronista, que no sea populista y que  haya logrado cambiar el rumbo que tenía Argentina, que era el de emular a Venezuela. Mas allá de la relación personal de Macri con Trump, que puede ser buena o mala, la Argentina es vista en Washington  como una bocanada de aire fresco para la región y el Congreso de los EE UU y los Think Tanks tratan de entender que paso? y apoyar a esta trasformación.         
Se abre una nueva oportunidad, para la Argentina, que lleva años de desencuentro con el mundo, con lineamientos regionales e internacionales que son para olvidar. Ahora veremos y seremos testigos de cómo empieza esta nueva etapa....


Miguel H.  Arancibia 
Abogado