El subalférez Emmanuel Echazú continúa en observación del Defensor Oficial Fernando Machado. Según le indicó el abogado a Clarín, una vez que el nuevo juez, Gustavo Lleral -hoy a cargo de la causa por la desaparición de Santiago Maldonado en reemplazo del desplazado juez Guido Otranto-, se instale en Esquel pedirá una audiencia para ofrecerle el material y la hipótesis recolectadas sobre el gendarme y su posible participación en los eventos del 1 de agosto.

 

“Creo que puede ser útil, mi intensión es explicar las sospechas que he tenido desde el principio sobre este gendarme y las circunstancias en que se hirió. Si se analizan las fotografías parece que sus lesiones son producto de una pelea. Yo todavía no tuve acceso a los estudios médicos ni al informe de la ART”, dijo.

 

 

Las fotografías analizadas por Machado son tomas de la televisión que muestran al subalférez observando fijamente hacia adelante, como en estado de shock. En su rostro alcanzan a observarse cinco lesiones. Lo llamativo es que, según declaró el propio comandante del Escuadrón 36 de Esquel, Juan Pablo Escola, Echazú sólo recibió un impacto y de una sola piedra. A propósito de esto, sufrió doble fractura facial. Sin embargo, las imágenes dejan ver una herida al costado de su ojo derecho, la lesión en el pómulo –donde se generó la fractura–, por la que cae un hilo de sangre, una lesión en la mejilla, acompañada de una notoria erosión en la piel similar a un raspón, una rasgadura o arañazo en el mentón y finalmente una marca roja en su cuello que se extiende hacia atrás. Machado sospecha que todo este conjunto podría ser consecuencia de una pelea durante la cual alguien lo tomó fuertemente del cuello a Echazú.

 

Alrededor de las 11,40 una fotografía muestra a Echazú regresando en solitario del río con una escopeta anti tumulto en las manos. Ya tenía las lesiones que minutos después fueron curadas por un enfermero. De acuerdo a la declaración hecha por el cabo Aníbal Cardozo, este mantuvo un breve diálogo con Echazú cuando se cruzaron cerca del río.

 

-¿Qué te pasó?, le consultó Cardozo

 

-No sé qué me pasó, habría sido la respuesta.

 

El momento de la lesión de Echazú es clave por otro motivo. Debido al impacto es que el comandante Escola justifica el ingreso a Cushamen bajo la figura de “delito flagrante”. Es decir, que ya no necesita la orden del juez para desarrollar el operativo de seguridad en el área. El ataque a un agente sostiene su orden.

 

En la hipótesis de Machado, Echazú pudo haber mantenido una lucha cuerpo a cuerpo con Maldonado. Este le habría proporcionado un golpe en el rostro –tal vez con una piedra– y los rasguños que el subalférez tenía en la cara podrían ser la obra de un desesperado joven. Siempre en esta línea argumental al menos otras dos personas habrían acompañado a Echazú. Machado especula, basándose en las declaraciones de los gendarmes, que en el río estaban: . Esto en coincidencia con la declaración del cuestionado testigo, Matías Santana, quien aseguró que tres gendarmes golpeaban al tatuador el mediodía del 1 de agosto.

 

El cabo Darío Zoilán (disparó su arma contra unos ocupantes que estaban detrás de unos arbustos), el sargento Juan Carlos Pelozo (que grita: “¡tenemos a uno!”) y el gendarme Neri Armando Robledo (que reconoció haber tirado una piedra contra un militante). Por otro lado, Echazú fue el único miembro de la fuerza que inició acciones legales, por lesiones graves, en contra del grupo de manifestantes que cortaron la ruta el 31 de julio y 1 de agosto, un hecho que derivó en su fractura.

 

El subalférez se encuentra por estos días de licencia médica indefinida.