Estaba todo listo. Al día siguiente (lunes), recibiríamos al fiscal Nisman en el Congreso, en la Comisión de Legislación Penal. Él nos iba a mostrar y contar todo lo que sabía. Una sesión a la que los diputados kirchneristas habían dicho de ir ‘con los tapones de punta‘ a embestir contra el fiscal.

Nisman le había pasado a Patricia (Bullrich, Presidenta de la Comisión) un resumen corto de 14 hojas y otro más largo de 53 hojas de su denuncia, y con ese material estuve trabajando el sábado y el domingo, con un cuestionario de preguntas y escenarios posibles que podría plantear el kirchnerismo. Eran casi las 2 de la madrugada del lunes cuando me entró el mensaje de un amigo en el teléfono contándome del rumor. De ahí en más, a medida que pasaban los minutos y la incertidumbre se devoraba los informativos, las hojas que tenía delante mío se convirtieron más trascendentales que nunca. Las miraba una y otra vez, las releía, ansioso, esperando que el rumor fuera una falsa alarma. Un nudo en la garganta. Pero finalmente llegó la noticia del peor desenlace. Sinceramente, me sentí aturdido y tuve miedo. Miedo al futuro, de lo que podía sucederle a nuestro país de ese momento en adelante. Llamé inmediatamente a Patricia y la encontré con una gran desazón; ‘brutal‘ me dijo. En esa conversación decidimos pedir protección inmediata tanto para el equipo de Nisman como para las pruebas. ‘¿Hacemos la reunión de mañana?‘, le pregunté. ‘Sí, vamos a rendirle homenaje con un minuto de silencio y elaboraremos un comunicado‘, contestó. Al otro día el juez Lijo tomó medidas para proteger al equipo del fiscal y las pruebas, tal como habíamos pedido. Luego pedimos el desafuero del diputado y líder de La Cámpora Andrés Larroque para que pueda ser investigado al ser uno de los denunciados por Nisman.

La causa sigue su curso. Hay muchas especulaciones y en la investigación no se completaron valiosos análisis que sí lo estarán en los próximos días. Estamos metidos de lleno y todos los días hay algo para hacer. Ningún sanjuanino ni argentino se va a quedar con los brazos cruzados. Esto es un antes y un después en la vida de nuestro país y es el momento que define cómo será nuestro futuro. Si seremos un país libre con Justicia independiente y gobiernos transparentes o seremos la peor versión de nosotros mismos y emularemos regímenes al estilo de la Venezuela de Hugo Chávez. Nos meremos tener un futuro digno. Nos merecemos, como pueblo, tener acceso a la verdad, que es lo que nos hace libres y capaces de seguir creciendo. Quiero creer en esta mejor versión de nosotros. Creo que somos capaces de no bajar los brazos y, de una vez, despejar toda oscuridad.