Señor director:

Grato y lógico es para mí, contar brevemente la vida de mi hermana menor, Teresita Laura, quien hace días, regresó a la Casa del Padre. Consagrada laicamente con voto al Señor, desde pequeña confirmó su deseo, entregándose a Él. Manifestó su fe y su acción pura por todos, sumando voluntades y creando la paz en los corazones.

Tere fue una mujer increíble, y con un alma llena del Espíritu de Dios. Fue Dios Padre, quien siete años atrás, le permitió entregarse compartiendo su cruz; cuando asoló el primer cáncer de mama. Luego la remisión, y hace un poco más de un año, volvió, ramificándose en sus pulmones.

Nunca jamás se quejó. Siempre agradeció a los que le servían, sea familia, enfermeros y médicos. Cada segundo era entregado en oración, y en la medida en que el sacerdote llegaba a casa, también en Eucaristía.

El 13 de enero pasado renunció a estar rodeada de médicos y enfermeras. Pidió ir a Terapia, porque sabía que quedaban horas. Y así se fue, a las 5,15 AM partió.

El sacerdote que presidió la Misa de cuerpo presente dijo que no había que pedir por ella, si no pedirle a ella. Esto me bastó para mirar con los ojos llenos de lágrimas la cruz que presidía su cajón, y decir: Gracias Padre por la princesa de Jesús.