Señor director:


El parto pone fin al embarazo. Los cuidados del recién nacido comienzan con el primer grito que permite el despliegue de los pulmones. Después del parto, la madre debe pedir que se lave al niño solo con agua y jabón; así conservará la placa blanca y grasienta que lo envuelve y que en los primeros momentos de la vida le sirve como alimento. Los niños en los que se ha conservado esta capa de grasa, tienen luego una piel mucho menos sensible. Tampoco debería filmarse o fotografiarse al niño, pues muchos se asustan tanto por el flash, que su descanso nocturno queda trastornado considerablemente durante mucho tiempo. Para proteger al niño deberá prestar atención a su temperatura, facilitando su atención al cambio, que va de los 37ºC constantes durante el embarazo, a la temperatura ambiental, de modo que no perciba grandes diferencias. Se lo debe poner enseguida en una habitación templada. Si es necesario, hay que colocarle ropa de lana y un gorrito de algodón o batista como también debe comprobar en forma regular si sus manos y pies están fríos, en cuyo caso deberá poner en la cuna una bolsa de agua caliente envuelta en un paño. No usar nunca telas de fibra artificial. Si el niño padece una ictericia intensa o prolongada, deberá prestar más atención todavía en mantener el calor constante, porque una temperatura estable ayuda a normalizar el color de la piel en forma rápida y natural. Una cuna bien acolchada es mejor que un moisés o que una cama. Colocada la cuna al lado de la cama de la madre, ella no tendrá, ella no tendrá que levantarse cada vez que el niño se inquiete, pues lo podrá mecer suavemente desde la cama. El mecer al bebé sigue siendo el mejor tranquilizante. Si el niño está bien tapado, en la habitación puede haber una temperatura normal y además ventilarla con frecuencia. Al principio debe atenuarse la incidencia de la luz, por ejemplo mediante un visillo claro y delicado sobre la cuna.

Dr Francisco Lázzaro
Médico - MP 1760