La desidia como factor común en la sociedad.

La característica de los políticos argentinos y sanjuaninos es la tibieza con que definen todas sus posiciones y definen todos sus intereses, es más, hartos de poder y de llegar a tener tanto que se abrazan no a ideales sino al dinero y a la forma de conseguirlo. En este rol no existe consideración alguna de la democracia sino hegemonía de poder. A ninguno le interesa la dignidad de la persona, su educación y el trabajo. Al menos eso fue lo que demostraron en la "década ganada" y lo que siguen demostrando en la década presente. Empieza uno y sigue la escuela del otro. Sin embargo, en Argentina, se cambió de poder hace cuatro años y se puede cambiar nuevamente; podemos elegir. Pero lo que no podemos cambiar es nuestro destino marcado y predestinado a no querer realmente trabajar cada uno en lo suyo y ni hablar de los políticos. Solamente quedarán ciudadanos ilustres que "nunca se meterán con nadie". Cómo se explica esto cuando el ansia es opinar y criticar. Qué grado de intervencionismo tenemos... ninguno. Entonces no nos quejemos de una Argentina o un San Juan porque está hecho a medida de nosotros mismo que en realidad no queremos cambiar. Querer cambiar, nos hace de un partido o de otro, no. Querer cambiar nos desafía a nosotros mismos y nos pone cara a cara con cada ciudadano al que realmente no reconocemos, porque ni siquiera nos reconocemos a nosotros mismos. El argentino tiene que tropezar, pero no con una piedra, sino con una montaña, entonces comprenderá que no se llevará nada de lo que tiene y que morirá en soledad, quizás como los mismos próceres terminaron solos. ¿Dónde está entonces la gloria? No hay gloria, hay comodidad, falta de sacrificio y consideración del otro; hay ociosidad, poco esmero; el argentino no quiere cambio alguno, quiere que todo siga igual porque siempre deja su destino en manos de otro, de un inescrupuloso político con ansias de poder y "liderazgo". Por todo ello el argentino no tiene buena imagen. Al menos trabaja por la tuya y sé un hombre de principios, busca la paz y la unión que al menos se te dará y considerará justo.

Por Mario Correa D'Amico
Profesor, filósofo y pedagogo, profesional de la educación con doctorado y especialización en el área.