El incendio de la biblioteca de Alejandría arrebató al mundo un conocimiento sólido y firme del extraordinario desarrollo de las ciencias entre los egipcios. De todos modos, papiros y documentos permiten afirmar que ha sido uno de los pueblos más instruidos de la antigüedad en cuanto a medicina. El profesor Jorge Taiana, decano de la Facultad de Ciencias Médicas (1952 - 1953) y rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires (1953 - 1955), se interesó en profundidad por esta fase de la historia de la medicina que resultan decisivas para alcanzar una cabal imagen de la sabiduría egipcia en esa zona, según lo manifestado por la investigadora Diana Castelar.


En efecto, al querer profundizar sus conocimientos sobre el tema, supo con sorpresa, que la bibliografía específica era casi inexistente. Es que en los orígenes de la medicina egipcia hubo una mezcla de magia, sacerdocio y empirismo, pero luego se entró en una gran organización.


Herodoto certifica que en todos los lugares de Egipto había médicos, y Plinio relata que los profesionales del arte de curar eran pagados por el tesoro público, siendo esto, uno de los primeros intentos de socialización de la medicina que se conoce. Lo cierto es que en Sais y Heliópolis existían escuelas médicas que congregaban a estudiantes de distintos lugares del país.


Los médicos conocían la duración del embarazo que estimaban en 275 días. Trataban la Blefaritis y el Tacoma con sales de cobre. Conocían la catarata ocular, a la que denominaban "Subida de las aguas''. Sabían que los sujetos que presentaban parálisis de los cuatro miembros sufrían de una lesión en las vértebras cervicales. Y, cuando la parálisis era sólo de los miembros inferiores, comprendían que la lesión era mas baja: esto indica, que conocían la relación entre el sistema nervioso contenido en la columna y la movilidad de los miembros.


Los movimientos del corazón no les eran desconocidos. Refiriéndose a las arritmias hablaban poéticamente de "la danza del corazón'', mientras que a los extrasístoles los denominaban "escapes del corazón''. A la toma del pulso la llamaban "medir el corazón''. Los antiguos papiros revelan que practicaron trepanaciones con fines médicos y ceremoniales, y lo que es más importante, los sujetos han sobrevivido, porque hubo indicios de cicatrización y reosificación, lo que exige cierto tiempo. Esto ha sido estudiado sobre cráneos existentes en el museo de El Cairo por investigadores tan importantes como Vikentieff y Hussein. También conocieron la circuncisión mucho antes que los hebreos, pero no la practicaron en recién nacidos sino en jóvenes púberes. Abrían abscesos valiéndose de agudas lancetas de piedra obsidiana y distintos metales; limpiaban las heridas con destilados de hierbas y las saturaban con agujas e hilos, activando la cicatrización mediante el cauterio. También utilizaban anestésicos y sedativos con Belladona y el Opio. Paralelamente a sus brillantes actividades como cirujano, el profesor Taiana se ha preocupado por las investigaciones de las culturas del antiguo Oriente y Egipto, aunque estrictamente no pertenece a éstos, le está ligado por razones étnicas y culturales.

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Herodoto certifica que en todos los lugares de Egipto había médicos, y Plinio relata que los profesionales del arte de curar eran pagados por el tesoro público, siendo esto, uno de los primeros intentos de socialización de la medicina que se conoce.