Señor director:

En aquel cálido 21 de enero de este año nos dejaba para siempre el amigo Beto Avalo. Un grupo de voces peñeras lo despidió con una cueca de amplísima difusión "Canta canta San Juan''. Este es uno de sus legados que como tantos otros reveló su enorme capacidad musical y literaria. Referentes de nuestra música y poesía lo han recordado en magníficas letras.

Cuando eso ocurre es porque sin duda estuvimos frente al artista. Pero quiero en estas líneas recordarlo como parte de otro de sus bienes espirituales que deja y del cual hemos disfrutado por casi 50 años, ese bien cultural es "Peña La Tonada'' de la cual resultó cofundador. Infinitos momentos nos recuerdan su afecto y dedicación hacia la peña desde el principio hasta hace pocos días. Como integrante de "Los Manantiales'' o de "Los Trigales'' en cada expresión fue sostén del mensaje artístico que infundió admiración y respeto.

Los que estuvimos mas cerca, como es el caso del que escribe esta nota, en un ir y venir de buenos momentos, no advertimos que pasó el tiempo y con el debíamos la nota triste del final que nos espera a todos. Su alondra personal, su esposa Luisa, propietaria de una voz excepcional, le permitió difundir un repertorio romántico y decidor de bellísimas canciones de San Juan, del país y también del exterior.

Lo bueno de todo esto es que los peñeros, sostenidos en el pedestal de la amistad tuvimos el privilegio de escuchar, diría a cada momento su mensaje, porque Beto y Luisa siempre estuvieron en su casa, la peña, a la que alimentaron artísticamente como una hija mas. Nuestro cariño a sus hijas Gabriela y Claudia, quienes lo vivieron "desde adentro'' y lo vieron recorrer una magnífica trayectoria musical.

Hoy de mi memoria tal vez escapan algunos detalles, importantes, defínitorios, pero en pequeña medida al integrar su familia artística con ese canto a sus amigos de todos estos años llegan los recuerdos de Beto, del Dr. Gilberto Avalo, y concluir que fue tan nuestro que lo extrañamos tal como sucede con los seres mas queridos que emprenden la Vida Eterna.

Asumo en forma casi atrevida el sentimiento colectivo de los peñeros. Ayer, si ayer, vimos que vuela su espíritu inquisidor y afectivo hacia lo rnás alto de los cielos dejando una estela de cuecas, tonadas, valses, canciones que permanecerán para siempre. Hasta cada momento amigo del alma.