Señor director: 


No es fácil decirse, hoy soy más pobre que ayer. Para colmo estar dentro de las estadísticas que la Universidad Católica Argentina (UCA) dio a conocer. Y, que por desgracia, nuestros gobernantes escuchan y no le da la importancia. Ellos no entienden que ser pobre es no tener para comer o alimentarse, más cuando hay niños que al igual que nosotros, no tienen culpa. 


La pobreza hace despertar sentimientos negativos que uno nunca quiso tener y que aparecen por la indiferencia de los que deben velar por el bienestar del pueblo, y no de sus bolsillos. También ser pobre es aborrecer y no entender los abultados sueldos de los políticos y funcionarios que se dan un altísimo nivel de vida, verdaderas cachetadas y peligrosa burla hacia millones de niños que no saben lo que es una taza de lecha cada mañana. 


Como pobre que soy pondré uno o dos ejemplos, para que quien lea esta denuncia me entienda algo más: soy jubilado, (con la mínima) que cada 6 meses, lastimosamente dan un incremento del salario. En septiembre del 2016, pagaba el kilo de papa a $4, y de electricidad, con agua incluida, la boleta venía a $450. Hoy donde todavía no cobro las migajas del aumento, pago la papa a $14 y la factura de electricidad a $900. Se entiende? 


En medio de la pobreza las expectativas de superación desaparecen. Llegué a la conclusión que los gobiernos promueven, incentivan y apañan males y flagelos como la delincuencia, al narco negocio, la prostitución, etc, ya que cada día hay más situaciones como éstas.