En Occidente, la mayoría de los presidentes son abogados y casi todos hablan bonito. El presidente de EEUU es abogado graduado en Harvard, quien fue reelecto tras derrotar a Mitt Romney, otro abogado de Harvard. El presidente mexicano Felipe Calderón es abogado, y será reemplazado el 1 de diciembre por Enrique Peña Nieto, abogado. España está gobernada por un abogado que reemplazó a otro abogado. En Sudamérica, aunque hay un número creciente de economistas, militares retirados y ex guerrilleros en la presidencia, la mayoría son abogados.

El nuevo líder chino, Xi, es un ingeniero químico designado por el Congreso Nacional del Partido Comunista para reemplazar a Hu Jintao, ingeniero hidráulico, que a su vez reemplazó al presidente Jiang Zemin, ingeniero eléctrico. ¿Por qué es interesante todo esto? No es que los ingenieros sean mejores gobernantes ni de incurrir en generalizaciones -como que los ingenieros solucionan problemas, mientras que los abogados viven de ellos- sino de reflejar el hecho de que la ingeniería es mucho más popular en China y otros países asiáticos que en Occidente.

Estamos viviendo en una economía global basada en el conocimiento, en la que las patentes de nuevas invenciones -producidas por ingenieros, científicos y técnicos- generan a las naciones mucho más riqueza que las materias primas. Los ingenieros y científicos que desarrollan nuevos productos tienen mayor demanda que nunca. El mes pasado, durante un viaje a China, visité la Universidad Tsinghua de Pekín, una de las más prestigiosas, donde el 72% de sus estudiantes de licenciatura, maestrías y doctorados están inscriptos en las escuelas de ingeniería y ciencias duras, mientras que tan sólo el 28% estudia humanidades o ciencias sociales.

Nuestras universidades producen demasiados filósofos y psicólogos, y pocos ingenieros. La Universidad de Buenos Aires, tenía 29.000 estudiantes de psicología y 8000 de ingeniería, lo que equivale a producir tres psicólogos para curar los problemas de cada ingeniero. David E. Goldberg, profesor emérito de ingeniería de la Universidad de Illinois, y fundador de un movimiento para modernizar la enseñanza de ingeniería, dice que hay que hacer el estudio de la ingeniería más divertido y más creativo. "En lugar de empezar la carrera con la parte creativa, empezamos con matemáticas, ciencia y toda la parte abstracta, y eso hace que deserte casi el 50% de los alumnos”, dice Goldberg.

Mi opinión: cada vez que escribo que deberíamos producir más ingenieros y científicos -y tal vez menos filósofos- muchos lectores me señalan que en sus países no hay salida laboral para los jóvenes ingenieros. Pero cada vez mas empresas se quejan de la escasez de ingenieros bien preparados en sus países. Y la experiencia de China, India, Taiwán y otros países asiáticos revela que la producción masiva de ingenieros da buenos resultados: esos países empezaron a producir grandes números de ingenieros sin preocuparse si conseguirían empleo, y los empleos aparecieron después. Las multinacionales llegaron al poco tiempo para aprovechar la gran masa de graduados. No creo que debamos ver a Xi ni a la dictadura china como modelo político. Pero el hecho de que esté gobernada por ingenieros y de que los estudiantes chinos se vuelquen masivamente a la ingeniería debería recordarnos de la necesidad de producir mas ingenieros, y de que la ingeniería sea un estudio más divertido.