Más de una vez en estas columnas critiqué al Gobierno de la provincia por la falta de valor político para tomar decisiones sobre seguridad. En esta gestión y en anteriores. El giojismo invirtió mucho en este rubro, pero lo hizo sin enfrentar a la Corte y, en consecuencia, perdió la inversión. No hay que olvidar que San Juan tuvo ministros de Gobierno célebres: Emilio Fernández inauguró la "sensación de inseguridad" para justificar el miedo de la gente tras una seguidilla de muertes violentas. Adrián Cuevas le tuvo miedo a la Corte y hasta llegó a decir que "en el Penal (de Chimbas) se está trabajando bien".

De ese calibre hablábamos cuando hablábamos de jefes de la seguridad sanjuanina. Pero parece que el calibre va mejorando la puntería. Y hay dos ejemplos para sostener esa afirmación: Flagrancia y el nuevo sistema de vigilancia con cámaras. El primero implicó un paso de gran valor político, y el segundo fue mejorar algo que venía de la gestión pasada, lo que en política es apartarse de egoísmos, algo que no es fácil de encontrar. Los protagonistas de ese cambio son el ministro de Gobierno, Emilio Baistrocchi y el fiscal General de la Corte, Eduardo Quattropani. Ojalá sepan cuidar lo que han generado, que es un gran inicio para la solución a la madre de todos los problemas.

El flamante sistema sólo se aplica para una pequeña cantidad de todos los delitos. Pero lo importante no está ahí, lo importante está en que dentro de no mucho tiempo esas sentencias van a empezar a impactar también en el resto de los hechos delictivos. ¿Cómo? Si todo funciona como debe, se terminarán los casos de rateros con más de 40 ingresos a la Policía, que eran liberados bajo la sola promesa de no volver a cometer un delito. Esos mismos delincuentes van a cargar sentencias y reincidencias y van a ir acumulando años. Son esos los delincuentes que, por sentirse impunes, o se matan entre ellos, o matan para robar. Primero son rateros, después, asesinos.

Las estadísticas indican que desde el 9 de agosto, cuando empezó a rodar Flagrancia, hubo 47 aprehendidos por distintos delitos, que van desde el hurto simple hasta el robo y el robo agravado por el uso de arma blanca. 9 de esos detenidos tienen prisión efectiva. En total contabilizan 35 hechos en distintos departamentos, pero la mayoría ocurrieron en Rawson, Capital y Chimbas. Más dos en Pocito, uno en Caucete y uno en Rivadavia.

El valor para implementar el nuevo sistema está en modificar las estructuras, como la vieja y desprolija Corte sanjuanina. Salvo el cortista Guillermo De Sanctis, quien ingresó hace poco, el resto de la Corte ha venido frenando la implementación de la investigación en manos de fiscales.

Tanto que San Juan era una de las pocas provincias que no la tenía. Y ojo, esa forma de pensar no es privilegio de quienes están en la cabeza del Poder Judicial de esta provincia. Emilio Castrillón, de la Corte de Entre Ríos, dijo esta semana en San Juan que "hay que perfeccionarlo (al sistema de Flagrancia), los Ministerios Públicos deben tener una especialización que no tienen. Los fiscales no están capacitados para hacer ese tipo de investigación". Además, agregó hay que "entender que la promoción de la acción es en beneficio de la comunidad y no en beneficio particular para que rebote en los medios y se crea que se está haciendo una labor eficiente". Egoísmo a flor de piel. Ese razonamiento es el mismo que tienen cuatro de los cinco cortistas sanjuaninos, lo que pasa es que no tienen el valor para admitirlo.

Con las cámaras de seguridad se dio otro gran paso. Gustavo Fariña, secretario de Seguridad, dijo ayer que los robos están disminuyendo. En mayo hubo 695, en junio fueron 523, y 406 en julio. Y el año pasado de junio a julio hubo un incremento de hechos de este tipo; es decir, la disminución no es temporal. Fariña aseguró que ocurre gracias a las cámaras instaladas en buena parte del Gran San Juan. Y, aunque nadie puede asegurar a ciencia cierta que esa sea la razón, lo concreto es que los números descienden, y contra eso nadie puede discutir.

Baistrocchi, Fariña y Quattropani, deben cuidar lo que han provocado. Ambas acciones son buenas pero pueden generar sus vicios. Temo de la confianza que generen fiscales con los comisarios, pero a su vez tengo confianza en la vigilancia del fiscal General. Y temo que Baistrocchi y su equipo crean que han tocado el cielo con las manos, aunque por ahora han demostrado todo lo contrario, hay que admitirlo.